Por Eduardo Aller
El ex canciller y actual legislador porteño Jorge Taiana fue el coodinador argentino elegido por Néstor Kirchner para participar de las reuniones preparatorias de la Cuarta Cumbre de las Américas que luego se llevó cabo el 4 y 5 de noviembre de 2005 en Mar del Plata. Con el mandato de “no acepar nada que perjudique al país”, fue el encargado de decir “no” mil y una veces ante la insistencia de los Estados Unidos para acordar un área de libre comercio en el continente desde Canadá hasta Tierra del Fuego.
A diez años de esa negativa histórica, el por entonces viceministro de Relaciones Exteriores (el titular era Rafael Bielsa) relata en detalle cómo fue el detrás de escena de ese rechazo al ALCA y de una reafirmación de la necesidad de avanzar con la integración regional. De ahí en adelante, se proseguiría el fortalecimiento del MERCOSUR, la consitución de la UNASUR y la complementación con los países de Centroamérica y el Caribe.
– ¿Cuándo nace la propuesta del ALCA?
– La propuesta del Alca la anuncia Bush padre, la continúa Clinton y después fracasa con Bush hijo. La primera reunión pro ALCA fue en Miami en 1994, y todos los países estuvieron de acuerdo, menos Cuba. Hay una segunda cumbre en 1998 en Santiago de Chile, donde se seguía apoyando al ALCA, y una tercera en 2001 en Quebec, Canadá.
– Antes de Mar del Plata, ¿hubo señales de que podían surgir un rechazo?
– En esta última, por primera vez, aparece un país que marca un asterisco de disconformidad con ese consenso sobre el ALCA, que es la Venezuela de Hugo Chávez. Y en Quebec también por primera vez aparece el movimiento de “globalifóbicos”, que aportan una presencia masiva en contra del libre comercio.
– Si no había acuerdo, ¿por qué organiza Argentina?
– La cuarta cumbre es la que, en 2001, se compromete a realizar Argentina para 2005, a propuesta del por entonces presidente Fernando de la Rúa. Por la crisis, en algún momento estuvo en duda, pero Néstor decidió hacerla igual. Primero quisimos mostrar que estaba cambiando el paradigma, que las Cumbres venían con la idea de los noventa: apertura, desregulación, privatización. Y el lema elegido fue “Crea trabajo para enfrentar la pobreza y fortalecer la democracia”.
En 2001, por primera vez aparece un país que marca disconformidad con ese consenso sobre el ALCA, que es la Venezuela de Hugo Chávez
– ¿Cómo fueron las negociaciones previas a la Cumbre? ¿Ya se empezaba a sentir un desacuerdo con el ALCA?
– Para fines de 2004, las negociaciones para alcanzar el ALCA estaban estancadas porque claramente no era un acuerdo beneficioso para varios países, sobre todo para los del MERCOSUR. Es que los países del MERCOSUR somos grandes exportadores de alimentos, al igual que los Estados Unidos; es decir, no somos complementarios, somos competidores. Y obviamente el acuerdo que se proponía era a la medida de los Estados Unidos: yo voy adelante, ustedes atrás, y yo impongo las condiciones.
– ¿Cuál era el aspecto más desventajoso para la región?
– Todos los estudios nuestros nos decían que era malo a nivel económico. Desde el punto de vista industrial ni hablar, porque nos estábamos recuperando de una apertura indiscriminada como para resistir una nueva. Por eso, para esa fecha, Argentina y Brasil tenían en claro que no iban a aceptar ese acuerdo hegemonizado por los Estados Unidos.
– Cuando estaba por comenzar la Cumbre, ¿qué postura tomaron los países que impulsaban el ALCA?
– Varios países, principalmente Estados Unidos, México y Chile, querían que los presidentes pusieran una fecha límite, sesenta o noventa días antes, para que se juntaran los cuadros técnicos y definieran un acuerdo sobre el ALCA. Pero nosotros seguimos en la postura de no firmar algo que no sea beneficioso. Muchos puntos estaban consensuados de la declaración conjunta y de los planes de acción, pero en el párrafo del ALCA no. No hubo acuerdo, aunque estuvimos discutiendo hasta las doce de la noche del día anterior al comienzo de la Cumbre.
– ¿Cómo definió entonces, concretamente, la cuestión? ¿Cómo quedó plasmada la disidencia?
– Básicamente, se llega con la decisión de que quede expresado que unos países estaban de acuerdo con el ALCA y que otros no entendían que las condiciones estuviesen dadas. Y en ese escenario se dio el comienzo de la Cumbre, con un discurso de Néstor muy de reafirmación y de plantear que si no era conveniente no se firmaba.
– ¿Qué pasó con la relación entre los presidentes?
– Fue un debate complejo, difícil, porque éramos cinco países contra veintinueve. Pero los tres, Néstor, que era el local, algo que era muy importante porque los anfitriones siempre tienen un rol fundamental, Lula y Chávez, tenían una gran coincidencia en que no había que ceder, había que mantenerse firmes; y esto fue acompañado por el uruguayo Tabaré Vázquez y el paraguayo Nicanor Duarte Frutos. Por eso la Cumbre sirvió para sellar una alianza muy fuerte entre esos jefes de Estado. Antes ya se miraban con simpatía y después confirmaron que existía la misma convicción en todos.
se llega con la decisión de que quede expresado que unos países estaban de acuerdo con el ALCA y que otros no entendían que estuviesen dadas las condiciones
– ¿Cómo evalúa esa decisión ahora, con el paso del tiempo?
– Sabían que no se iba a firmar el ALCA en Mar del Plata, pero estaban esperanzados de firmar un impulso para una próxima cumbre. Pero eso era también para nosotros mentirle a la gente, porque era algo que no compartíamos tampoco. Cuando uno lo mira diez años después, se da cuenta de que fue una decisión estratégica, porque lo que venía era un mundo multipolar, aunque en ese momento la idea de Estados Unidos como potencia única todavía tenía peso.
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El inciso “b” del punto 19
En la entrevista, Taiana hace mención al párrafo por el cuál queda planteado el rechazo al ALCA por parte del MERCOSUR y Venezuela en el documento final. Esto es lo que decía:
“Otros miembros sostienen que todavía no están dadas las condiciones necesarias para lograr un acuerdo de libre comercio equilibrado y equitativo, con acceso efectivo de los mercados, libre de subsidios y prácticas de comercio distorsivas y que tome en cuenta las necesidades y sensibilidades de todos los socios, así como las diferencias en los niveles de desarrollo y tamaño de las economías”.
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