Por Alejandro Palladino
Hacia las 10 de la mañana, las columnas de militantes y autoconvocados avanzaban a paso lento bajo la lluvia entre las lujosas torres de Puerto Madero para llegar lo más cercano posible a las puertas de los Tribunales de Comodoro Py, donde Cristina Kirchner daría su discurso tras presentar un escrito ante el juez federal Claudio Bonadio.
Agrupaciones políticas y estudiantiles kirchneristas, sindicatos, Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, autoconvocados, ex funcionarios del kirchnerismo, representantes del PJ, senadores y diputados del FpV, formaron parte de las miles de personas que se congregaron ayer.
“Les salió el tiro por la culata”, dijo una militante que agitaba una bandera empapada con el rostro de Cristina mientras pasaba frente a la Fragata Libertad. La citación de la ex presidenta por la supuesta venta de dólar futuro desde el Banco Central, cuyas acusaciones “no tienen el menor asidero jurídico y técnico”, escribió ella al juez, terminaron por generar una amplísima unión de los sectores del peronismo, que confluyeron en las inmediaciones a los Tribunales.
Por parte del peronismo, aquello que no logra conseguir en la práctica política actual construyendo fuerza común, lo consiguió ayer en la diversidad de actores que se dieron cita por Cristina.
Por su parte, para el trío compuesto por la alianza Cambiemos, el poder mediático y el Judicial, lo que buscó ser un paso para ensuciar la imagen de Cristina, como estrategia incluso regional para deslegitimar a los gobiernos populares, terminó siendo una muestra masiva más del apoyo a las políticas públicas que caracterizaron a los gobiernos kirchneristas, que cambiaron la condición de vida de miles y miles de argentinos.
Sin espacio ni representación en los medios de comunicación, con derrotas en el Congreso y sufriendo los despidos, los tarifazos y la inflación, y en un contexto en el que el gobierno busca hacer que la militancia sea una mala palabra, Cristina y sus seguidores se regalaron mirarse a la cara y buscar fuerzas.
“¿Cómo estabas antes del 10 de diciembre?”, preguntó Cristina desde el escenario, en alusión a las medidas económicas del Gobierno actual que han deteriorado el bolsillo de los trabajadores, si no los dejó directamente sin trabajo.
En el barrio de Retiro era imposible acercarse al escenario en el que hablaba la ex presidenta. Cerca de la entrada a los edificios de bancos trasnacionales que miraban al río se levantaron los puestos de comida. La calle era un fluir incesante de columnas, un collage de banderas que daban cuenta de la amplitud que convocó la acusación de Bonadio. Los cánticos, además de Cristina y Néstor Kirchner, tenían como destinatarios a Bonadio, Diego Bossio y Mauricio Macri y sus cuentas fantasmas en Panamá. “El que no salta tiene cuenta en Panamá”, fue uno de la preferidos.
Subidos a los techos, entre las ramas de los árboles, o en las primeras filas y con los ojos hinchados por haberse mantenido despiertos durante toda la noche frente a los tribunales para esperar a Cristina, como los pibes y las pibas de la JP, la militancia kirchnerista escuchó eso de conformar un “frente ciudadano” para afrontar las políticas que “arrebatan derechos”. ¿Habrá sido ayer el bautismo de ese frente?
Cristina comenzó a hablar y los bombos y las canciones cesaron. La gente pedía silencio y esperaba ansiosa por escucharla. Escuchar sin verla, y que su voz se propague por todo el espacio, generando una quietud total. Un joven con pechera roja se abría paso como podía mientras alzaba una bandeja con latas de cerveza. Se frenó, la apoyó sobre el baúl de un auto y se quedó parado escuchando hasta que terminó el discurso.
“No la ablanda nadie”, decía una y otra vez un hombre sesentón, luego de cada petardo que Cristina lanzaba al Gobierno de Mauricio Macri y sus «malditas» políticas de shock.
La de ayer fue una movilización de una militancia que se siente en las antípodas del discurso “moralizador” sin compromiso político, que habla de corrupción para echar basura sobre la imagen de los gobiernos que representan los intereses populares, y que es absorbido por las audiencias. Apaguen la tele, la radio, y cierren los diarios, dijo Cristina ayer, y pregúntense cómo están ahora.
Yrigoyen-Perón-Cristina Kirchner, el “hilo conductor de procesos moralizadores” como estrategia de la derecha liberal argentina para correrlos de la actividad política. Esa fue la línea que trazó la ex mandataria en su escrito a Bonadio y una de las ideas centrales de su discurso. A los primeros los voltearon, a ella la quieren golpear lo más posible para justificar las medidas políticas contrarias a las que implementó.
Sin espacio ni representación en los medios de comunicación, con derrotas en el Congreso y sufriendo los despidos, tarifazos y subas de precios, y en un contexto en el que el Gobierno busca hacer que la militancia sea una mala palabra, los seguidores de Cristina se regalaron a sí mismos y a su líder, por unas horas y bajo la lluvia, respirar un poco, mirarse a la cara y buscar fuerzas para afrontar las políticas que quitan los derechos de las mayorías y los argumentos moralizantes que las hacen posibles.