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“No hay democracia si hay monopolios comunicativos”

Diego Tatián es filósofo y decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba. Llegó a La Plata para participar de los congresos de Comunicación Popular y de Ciencias Sociales que se realizan hasta este viernes en la Facultad de Periodismo. Conversó con Contexto antes de participar en el panel “Aportes de la teoría crítica: Universidad y procesos políticos hoy”, coordinado por el docente Fernando Alfón.

Aquí sus reflexiones en torno a la relación entre comunicación y democracia en América Latina. También fue muy crítico con el mundo universitario con respecto a su postura en el momento histórico del continente

La comunicación y la democracia

Es un campo de disputa central por gran parte de los sentidos políticos y de las conciencias que se juegan en la comunicación. Entonces, el desarrollo de la comunicación popular como está sucediendo en varios países, y acá en Argentina la disputa por la ley, me parece totalmente decisivo para el rumbo que van a tomar los países latinoamericanos.

En ese sentido, la ley de medios acá y los procesos que se están dando en otros países apuntan a desmonopolizar, porque no hay democracia si hay monopolios comunicativos. La liberación y emancipación de la palabra pública para que lo que sea dicho tenga una prioridad de sentidos es casi una condición de posibilidad de la democracia. Lo que debe pasar es que todas las personas tengan las mismas oportunidades materiales de hablar, de leer y emitir significados.

Producción de conocimiento en comunicación

Pero sí me parece que hay una relación entre la producción de conocimiento en comunicación y lo que está pasando todos los días, a diferencia de otras disciplinas, como la mía, la filosofía, que tiene una distancia mayor. Creo que hay una gran efervescencia, una gran vivacidad académica en relación con los medios y la autorreflexión. Sobre todo, qué es comunicar, qué hacemos cuando comunicamos, etcétera. Y, finalmente, la comunicación no puede prescindir de una fuerte reflexión de lo que significa el lenguaje para la vida humana, que cada generación debe afrontar.

El futuro de los procesos populares

Se puede interpretar como un reflujo conservador, pero también parece que hay algo del orden más básico. Desde que Chávez gana en Venezuela la primera vez, nunca un Gobierno popular ha perdido la elección, en cualquier país. Es que, si la democracia es librada a sí misma, tienen amplia perspectiva de ganar; y hay sectores que están apelando a una embestida para “hacer crujir la economía y hacer arder la calle”. Por eso no creo que sea por vía democrática que haya cambios, como la injerencia de los Estado Unidos. Pero creo que está todo abierto y no está nada dicho.

Los desafíos del futuro

Hay una expresión que puso en circulación Eduardo Rinessi, que es una consiga, que dice «El derecho a la educación superior». Entonces, en el caso nuestro, es saber qué entendemos como derecho a la educación. El derecho no es algo que el Estado  concede, sino que reconoce. Y entonces el trabajo es crear condiciones de igualdad para que todas las personas puedan ir. Por supuesto, no significa Universidad obligatoria. El punto es que todos los que deseen estudiar en la Universidad puedan hacerlo. Y si hay obstáculos, producir programas que puedan dar igualdad en relación con la Universidad. Declarar un derecho no significa hacerlo realidad, como los sabemos.

La Universidad y el proceso político

Hay un retardo de nosotros los universitarios con respecto a un proceso abierto que es muy interesante. Creo que, en gran medida, la Universidad no ha estado a la altura de pensarlo, de intervenir o de descifrarlo. Porque también tenemos la obligación de interpretar los sentidos que no están dados. La Universidad siempre ha sido un poco refractaria a los procesos populares. Y esto es una paradoja, porque nunca habíamos tenido un presupuesto que es histórico. Y, si bien ha desatado muchas cosas, los universitarios tenemos mucho más para dar.


 

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