La Organización de Estados Americanos (OEA) debería funcionar como un espacio de integración, mediación, resolución de los conflictos, defensa de las soberanías, respeto al derecho internacional, a la autodeterminación de los pueblos y defensa de los procesos democráticos pero, muy por el contrario, su rol ha sido el de la injerencia, la desestabilización de los procesos populares, la promoción de políticas intervencionistas y ha llegado al extremo de actuar como pieza fundamental en el golpe de Estado contra Evo Morales, en octubre de 2019.
La conducción del uruguayo Luis Almagro, caracterizada por el canciller de México, Macelo Ebrard, como la peor en la historia de esa organización, terminó de hundir a la OEA en el total descrédito.
Por ese motivo, no llama la atención que los presidentes de México, Bolivia y Argentina, hayan declarado recientemente que este organismo ya no sirve y hayan apoyado la idea de buscar un nuevo espacio que represente fielmente la voluntad de los pueblos de América Latina, que respete la autodeterminación, favorezca la integración y la no injerencia.
A ello se suma que según informó la agencia Télam, el pasado 29 de julio, incluso la propia “Cámara de Representantes de Estados Unidos sancionó una ley que incluye un llamado al Gobierno del presidente Joe Biden para investigar si las denuncias sin fundamento de la Organización de Estados Americanos (OEA) sobre irregularidades electorales contribuyeron al golpe de Estado contra el expresidente boliviano Evo Morales en 2019”.
Al dar inicio a la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, señaló: “Washington nunca ha dejado de realizar operaciones abiertas o encubiertas contra los países independientes situados al sur del río Bravo. La influencia de la política exterior de Estados Unidos es predominante en América. Solo existe un caso especial, el de Cuba”.
“No somos un protectorado, una colonia o su patio trasero”, remarcó y luego agregó “ya es momento de una nueva convivencia entre todos los países de América porque el modelo impuesto hace más de dos siglos está agotado, no tiene futuro, ni salida, ya no beneficia nadie”.
López Obrador sostuvo que “es ya inaceptable la política de los últimos dos siglos, caracterizada por invasiones para poner o quitar gobernantes al antojo de la superpotencia. Digamos adiós a las imposiciones, las injerencias, las sanciones, las exclusiones y los bloqueos. Apliquemos en cambios los principios de no intervención, autodeterminación de los pueblos y solución pacífica de las controversias. Iniciemos en nuestro continente una integración bajo la premisa de George Washington, según la cual las naciones no deben aprovecharse del infortunio de otros pueblos”.
“Estoy consciente de que se trata de un asunto complejo que requiere de una nueva visión política y económica, la propuesta es construir algo semejante a la Unión Europea, pero apegado a nuestra historia, realidad y a nuestras identidades (…). En ese espíritu, no debe descartarse la sustitución de la OEA por un organismo verdaderamente autónomo, no lacayo de nadie, sino mediador a petición y aceptación de las partes en conflicto en asuntos de derechos humanos y de democracia”.
En la misma línea el presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Luis Arce, señaló en la red social Twitter: “Hacemos eco de las palabras del hermano, López Obrador, en la idea de sustituir a la OEA por otro organismo verdaderamente autónomo, que exprese los equilibrios regionales, respete la autodeterminación de los pueblos y no dé cabida a la hegemonía de un solo Estado”
Por su parte, durante la Cumbre del Grupo de Puebla, el mandatario argentino, Alberto Fernández, afirmó que «lo que ha hecho la OEA en Bolivia necesariamente debe ser investigado y necesariamente debe ser juzgado porque ahora no caben dudas de lo que pasó», en clara referencia al golpe de Estado contra el Gobierno legítimo de Evo Morales.
Fernández sostuvo “el primero que tiene que hacer su mea culpa es su secretario general Luis Almagro, por la cantidad de cosas que ha hecho y también la institucionalidad de los Estados Unidos por haber propuesto y sostenido a un hombre como Almagro”
La OEA se transformó en “una suerte de escuadrón de gendarmería para avanzar sobre los gobiernos populares” afirmó el presidente argentino y concluyó que ese organismo “tal como está, no sirve”.
En este marco, Contexto dialogó con el embajador Argentino en la OEA, Carlos Raimunidi, quien explicó que “cuando el mapa político de nuestra región estaba teñido mayoritariamente por gobiernos de carácter nacional popular, la OEA pasó a un segundo plano y CELAC y UNASUR ganaron terreno como instancias de integración”.
“La OEA tiene comisiones de trabajo que son importantes fijando estándares internacionales en materia de combate a la trata de personas, en materia de políticas de género, de multiculturalidad, de derecho laboral. Todos ámbitos en los que Argentina tiene mucho para decir porque tiene una legislación interna muy importante que en ocasiones sirve como modelo”, aseguró.
Raimundi remarcó que “al mismo tiempo, la OEA es una organización anacrónica porque responde a un esquema de poder propio de la segunda postguerra y la situación del poder mundial es muy distinta en este momento. Entonces, América ya no debe ser considerada como una zona de influencia de una potencia triunfadora en una guerra, sino que deben ser reconocidas las soberanías y los equilibrios de todos los países. Eso en la OEA es muy difícil porque tiene una apariencia democrática en la que, en lo formal cada estado tiene derecho a un voto y el estado más pequeño y el más grande valen lo mismo; pero en la realidad hay una asimetría muy grande. Hay 34 estados miembros y uno de ellos (Estados Unidos) ostenta el 84 % del PBI de la región y si se le suma a Canadá, entre dos -de los 34 países miembros- tienen el 90 % del PBI de la región. Esto torna la situación muy asimétrica”. “Creo que la CELAC, que reúne a toda América Latina y el Caribe sin esa asimetría y contando con el estado que falta en la OEA (Cuba), es un organismo muy interesante para desplegar todas las potencialidades y el ejercicio de poderes soberanos que necesitamos en la región”, concluyó el embajador argentino