Por Ramiro García Morete
«Hoy solo puedes ver gente bailando / estás dopado y ni siquiera lo pensás / que hay gente muriendo, gente sangrando, por la ignorancia que hoy nos vino a abrazar». Subido al bondi, escuchó a unas personas conversar sobre Bailando por un sueño. Los ladrillos de la estructura, graficará, estaban cayendo sobre todos nosotros y esas personas estaban preocupadas porque tal le había dicho no sé qué a quién en el Aquadance. Iba en bondi y no en el querido «fitito» que una década atrás fue embestido con él dentro, al salir del trabajo, nada menos que por un patrullero. Miles de idas y venidas, tramoyas y caranchos, harían pagar al justo por pecador gracias a la corrupción policial y la desidia del sistema judicial. Nuevamente la indignación motivaría canciones. «Si va a formar parte de mi vida, que maneje cierta estética. Porque para ser solo un recuerdo, es solo un recuerdo de mierda», dirá casi como una definición de la función del arte. En su casa (Los Hornos de nacimiento y a los pocos años, instalado ya de por vida en Villa Elvira) el arte estuvo en forma de música. Más que nada como mandato familiar: el padre había estudiado piano, la madre cantaba en un coro. Pero la escucha no trascendía la radio o algún disco de Sergio Denis. En verdad sería el abuelo Sixto, quien en su casa de General Belgrano, le tocaba en la pianola Gorham cosas de foxtrot o samba, a la par de ponerle partituras o pedirle que cosas de Czerni o sonatinas de Clementi. Entonces ya estudiaba en el conservatorio, tras haberse fascinado con el teclado a partir de los casetes TDK con canciones de Charly, Fito y otros que su tía le grabó. Antes de ello no escuchaba rock nacional. La stratocaster y la criolla que su hermano nunca atendió demasiado eran producto del despertar que a sus doce generó la visita de Guns & Roses. Pero para alguien que respira el lenguaje musical desde su empleo (en un comercio de instrumentos), su oficio (grabando a otras bandas) y su vocación (componiendo y tocando), las teclas parecían ser el plano perfecto para edificar esa mirada completa. No sabemos si lo habrá entendido la vecina la medianoche martilló y picó el marco de la puerta para que entrara en la sala la vieja pianola. El instrumento inclusive resistiría la inundación 2013, algo que no lograron las cintas de portaestudio que contenían sus primeros esbozos de temas. Esbozos porque fue recién «Calle 1» el primer tema que sintió completo. Y tras varios intentos y encuentros sin planes concretos, sería animado por sus amigos musicales a registrar. Tanto el más cancionero «Plan10» como el experimental «Paranoia» estarían profundamente signados por el teclado. Pero puede que la crudeza de los tiempos que atravesamos y las experiencias personales –combinadas con algún cambio de formación– lo acercaran nuevamente a la guitarra. Permitiendo 2la roña de los instrumentos» y buscando un sonido que se pudiera reproducir tal cual en vivo, condensaría parte de su imaginario musical de fuerte raíz setentosa: desde lo progresivo a la canción, y desde el riff a la armonía más sofisticada. Desde la odisea personal de su accidente hasta la alienación mediática colectiva, letras cargadas de ironía y velada denuncia completaron un disco que saldrá el mes que viene y del que ya se pueden escuchar dos adelantos: Ego Inside y Gente. Lejos de bailar el ritmo de moda, Pablo Amarillo sigue su propio compás. Y no lo ignora.
«Estos simples son el adelanto de un disco de diez canciones», introduce Amarillo. «Yendo a lo más global –sigue–, ya no estoy refiriendo a cuestiones de miradas hacia afuera. Partí de mi propia mierda, de cómo uno va lidiando con los demonios. Y después de cómo pinta a la gente a estar idiotizada como víctima de multimedios camuflando el bardo». En tiempos donde todos buscan el beat o el dembow más pegadizo, Amarillo claramente está más cerca de Serú que de BadBunny: «Estéticamente estoy out en relación a lo que consumen los pendejos. Si uno buscase un público consumidor o un producto de consumo masivo, perdí en la góndola».
De una formación de quinteto pasaron al trío. El paso de Fer Chávez al bajo fue determinante para que Amarillo se hiciera cargo de la viola («un desafío gigante, ya que es un animal de la guitarra»), más allá de pasar por momentos a las teclas. Con Hernán Mateo redondearon las ideas en la sala. «No quería armar una cuestión pomposa. Quería que sonara tal cual en vivo, lo que está. Gran parte de la grabación se hizo en la sala de Hernán y el resto en casa. Quise dejar mugre, quería que la esencia de la roña quedara sonando». El álbum incluirá invitados como Edu Mauro (Ave Tierra), Javier Maldonado o Gustavo Astarita (Mister América), quien pone voz a la displicente jueza que ofició en el largo y doloroso evento del choque. «Me llevo mucho tiempo procesar lo que había pasado. Hacer esto era exorcizarlo. No sé si decir hacer algo positivo. Pero si va a formar parte de mi vida, que maneje cierta estética. Es una especia de denuncia: mirá que esto pasa, te lo canto, nos reímos de la historia. Pero esto pasa».
El álbum ya está grabado y mezclado desde hace un año, pero se tomó el tiempo para decidir si lo editaba físicamente. Sumado a los cambios de consumos, la crisis económica tampoco aportó a la «cuestión romántica» y posiblemente sea editado solo virtualmente, en septiembre u octubre próximo. Claramente Amarillo no impide que la coyuntura incida en sus composiciones. «Lo dejé entrar. Era más la energía por filtrarlo y no mostrarlo. La más cómoda es ser neutral y no pronunciarse. Con lo que cuesta sumar adeptos, mostrar es alejarlo. Más cuando las aguas están divididas. Pero no puedo creer que haya gente sostenga la idea de que esto perdure. Y me los paso por el orto. Gente que piensa así se está cagando en un montón de gente. Entonces, yo me cago en ellos si vamos a ser equitativos. Si no te gusta todo bien. No es una cuestión de rebeldía, sino de ser sinceros. La veo así y voy a dejar que entre. Y te lo canto. Tampoco es que soy Copani o Gieco. Las palabras son más ambiguas. Pero está». Y vuelve a Gente: «Lo mostré ahora porque considero que el palo que tiraba con el tema que pasa hoy, no con lo que pueda venir después. Considero que el palo era acá, ahora, antes de las PASO».