Por Ramiro García Morete
“Se prendió la mecha en un lugar/ parece que no se va a apagar/ los cuerpos se empiezan a juntar/ decime que no se va a acabar”. Siempre hay una posición. En la calle y en la vida siempre hay que ubicarse en un lugar. La música en sí es un lenguaje basado en elegir dónde se ubicará cada cosa. Y en diciembre del año pasado pusieron algunas cosas claras: que las decisiones serían entre todos, que sería una banda de rock pero sin clichés, que ensayarían no menos de dos o tres veces semanales. Con la confianza que hay cuando se vetan o interpelan los arreglos del compañero, durante los ensayos en la casa de Plaza Malvinas. Y con el bagaje compartido de la Facultad de (por entonces Bellas) Artes y la carrera de Música Popular, para entender que las pautas no necesariamente limitan sino todo lo contrario: los juegos más divertidos tienen reglas.
Por eso es que después de Wabi (un proyecto de fusión que tres de ellos compartieron, en función de las composiciones de su amigo Ezequiel) y algún intento fallido de armar una banda de metal surgió la necesidad de una banda de rock. Sí, con amalgamas, cortes y modulaciones como en el progresivo. Y sí, con melodías y hasta algún autotune como en el pop. Pero con el sonido orgánico del power trío. De allí surgiría el nombre y el añadido jeringoso residiría en la necesidad de quitarle solemnidad. Tomar un juego en serio no es lo mismo que tomarlo seriamente. Con el poder de las ideas colectivas y la convicción, Nicolás Cañas (voz y teclas), Iñaki Jauregy (bajo). Lautaro Juárez (batería) y Nacho Grané (guitarra) registraron un EP de alta calidad en composición y ejecución llamado precisamente “El poder”. El mismo concepto que se esconde de modo lúdico pero con un sentido muy claro en Popo Deper.
El EP (disponible en plataformas digitales) contiene “las primeras canciones que compusimos con la banda”, según cuenta Juárez. “Esos temas dicen bastante de la identidad de la banda a nivel musical y las canciones que estamos haciendo ahora siguen esa línea y ese sonido”. La misma estuvo clara de entrada: “En principio dijimos que queríamos armar una banda de rock, y el sonido es de rock. De hecho no nos gusta hablar de una fusión. Es una banda que toma algunas cosas del progresivo o el pop, pero la búsqueda es el sonido rockero”.
Otra de las pautas es componer entre todos: “Por ahí hay cosas que salen en la sala. A partir de estar zapando y si no pasa que alguno cae con una idea, y en base a eso. Otra pauta es que si uno pone una idea, tiene que estar dispuesto a que la banda la haga mierda. Nos gusta laburar entre los cuatro y como tocamos varias cosas todos nos metemos en el instrumento de todos”.
“Las letras si bien las vamos armando entre todos, surgen a partir de una idea más grande. No es que dijimos de qué queremos hablar, pero sí nos gusta posicionarnos frente a determinados temas. La Mecha habla de que es importante la gente organizada en las calles. No tenemos drama en posicionarnos políticamente, no necesariamente partidariamente. En temas particulares los cuatro tenemos una posición parecida. Como la idea de la educación pública, porque todos somos estudiantes de la Universidad Pública y consideramos que es necesario que esté”. Y extiende: “Hay canciones de situaciones amorosas también, pero no importa tanto el qué sino el cómo. Y cómo nos posicionamos. Somos críticos con las canciones que no se posicionan. Vos podes cantar contra la guerra. Sí, todos estamos en contra de la guerra… ¿pero de qué guerra? Tratamos de ser más puntuales ahí. Dónde nos posicionamos. Por ejemplo, el gobierno de Macri que desfinanció la educación”.
Juárez dice que la banda siempre tiene buena respuesta del público y que si bien el estilo no es comercial o responda a las modas “no estamos enfocados en que les guste a la gente. Es la verdad. Dijimos de entrada: no nos enrosquemos y que nos guste a nosotros. Tratamos primero de divertirnos y que la gente se divierta”.
Que la banda tenga lineamientos no significa que no tenga libertades: “De hecho en lo musical es donde menos pauta tenemos. Tenemos una canción que saldrá en el disco (planeado para junio del 2020) que es una cumbia. No es tocada con elementos de la cumbia, sino desde nuestro sonido. En lo musical muchas cosas surgen de estar jugando, y un poco el nombre tiene que ver con eso. Queríamos representar esto del poder que tiene el rock pero no dejar de lado lo que nos divierte. La enroscada que nos pegamos viene cuando hay una idea más o menos terminada. En las músicas nuevas hay más riesgo. Nos animamos a tomarnos más riesgo de cositas más difíciles para tocar nosotros. Es un desafío. Componemos cosas que nos tenemos que sentar individualmente a ensayar”.
La formación es esencial para Popo Deper: “Esta música no la podríamos tocar si no estudiáramos. Hay cuestiones del lenguaje música que estudiamos en la facu. A nosotros en ese sentido nos abrió mucho la cabeza. No creemos que estudiar nos quite libertad, pero sí creemos que hay métodos que tienen que ver con lo tecnicista y nosotros somos bastante críticos. Hay otras maneras de estudiar música”.