De la mano de Martín Espíndola y otrxs artistas, el Templo del Rock platense celebrará un sentido homenaje a Roberto Pandolfo, alma inigualable del rock argentino
“Su vida se condensaba acá/y en el pecho un reflejo/vacío, vacío./Lugar difícil de llenar/ni en tierra ni el alta mar”. Entre tantas, lo asaltó esa canción. Seguramente pensó en su cuarto de la casa de Chacabuco, llena de graffittis y recortes de diarios, con una cama al centro, repisas pobladas de libros…. y esa bandera colgando en su modesto esplendor de cuatro metros: “Visitantes. Mi único placer”. Entonces-asegura- era uno de los dos únicos trapos que seguían a la banda y que iría desde los conciertos locales hasta escenarios conurbanos como El Borde de Temperley.
Y es que antes de que el gran bardo criollo acentuara el rasgo criollo sin perder lo bardo, el adolescente -que formaría la banda Morir de pie- pasaría madrugadas enteras escuchando el cassette de “Patria o Muerte” en el Hitachi . Ese dispositivo “con forma de caja de zapatos” había venido con una cinta de The Police, pues se lo había comprado a uno los amigos de la escuela, cuando ellos iban a cuarto año y él a primero. Bauhaus, Joy Division y The Cure era parte de los gustos de esta barra que recorría el pueblo en un Polara, echando humo y vestidos con sobre todos negros “como personajes de Tim Burton”. También serían-más adelante- quienes cultivarían la pasión por entonces precisamente de culto por los Redondos, cuando “nadie los escuchaba en Chacabuco” y veian videos piratas mientras liquidaban cajones de cerveza.
Pero a mediados de los ´80, para un joven dark Don Cornelio era ineludible. Y progresivamente se volvería inherente a su vida. Mucho más al mudarse a La Plata a estudiar actuación y luego artes, estando más cerca aún de los recitales y el acervo cultural.
A través de los años, la relación se acentuaría y trascendería el rol de fan que le acercó material de su propia banda hasta que recibir mensajes por el día del amigo. Y en el medio, subir a cantar, organizarle shows en Chacabuco como la inolvidable noche en el Teatro Italiano o inclusive que le escribiera el prólogo de su libro.
“Se reinventó,/reinventó el Sol,/reinventó la luz,/ reinventó el amor,/reinventó el ayer,/reinventó el dolor,/reinventó la fe/ y se reinventó”. Por eso tras llorar y cantar casi como mantra esa canción algo desconocida entre tantas que forman parte del la memoria popular, Martín Espíndola decidiría hacer algo con el vacío y reinventar el dolor. Un homenaje junto a otrxs artistas que –como él- guardan su propia historia con Palo Pandolfo. Porque obviamente de él hablamos, aunque no hay mucho que decir. O demasiado. Será por eso el responsable de estas líneas se exime de sus usuales calificativos y citas infinitas: por primera vez quien escribe no dirá nada sobre alguien de quién también marcó su vida. Lo harán mejor Espíndola junto a Irupé Tarragó Ros, La Tana Manese y Chris Lugosi por un lado, Juan Pablo Fernández (Acorazado Potemkin), Santamaula y otra banda armada para la ocasión con Hernan Menard, Capu Giuliodoro, Tano Rulli y Mexxx u banda. La ceremonia tendrá lugar el 2 de octubre en Pura Vida (donde se podrán retirar las anticipadas) y entre el vacío y las cenizas, el reflejo será brillante como un alma de diamante.
El músico explica como surgió esta idea: “Primero, la necesidad de volver a tocar en vivo. Me pareció que volver homenajeándolo-ya que se nos ha ido de forma tan repentina- era como un buen motivo. Me re motivó poder rendirle un homenaje
Primero hable con Cristian (de Lugosi) que sé que ha tenido una relación. Le produjo unos temas. Y lo invité a tocar el bajo junto a Irupé y poder armar una lista con todos temas de Palo”. Y añade: “Decidimos hacerlo en Pura que es nuestra casa. Y ahí se sumo Hernan Menard, el Meji. Y ahí se me ocurrió invitar a Acorazado primero. Primero por Federico, bajista de Don Cornelio y Los Visitante. Como no pueden, Juan Pablo Fernández se comprometió a venir con la guitarra”. Según cuenta, la idea es generar un registro audiovisual del show y “una especie de documental de todo el día”.
“Desde el principio fue la oscuridad lo que me atrajo-evoca Espíndola en relación a Palo-. En esas noches de insomnio de mi preadolescencia, estaba toda la noche escuchando “Patria o muerte” y me inspiraba a escribir poesía, mis propias canciones. A mi Palo me inspiró en la escritura, la literatura, en las distintas formas de componer. Podia ir desde el punk o post punk al tango o el folklore. Y eso yo lo incorporo”. Y agrega: “Yo descubrí el movimiento de la literatura también cuando vine a estudiar a LP. Acá tenés todo. Y Palo en cierto modo es como muy platense. Amaba mucho al ciudad y venía siempre que podía. Decía que acá se reunían todos los jóvenes y se creaba una plurinacionalidad distinta”.
Entre otras cosas, la repentina partida de Palo dejó truncos algunos planes. “Escribí un libro: “Morir de pie. Historia del rock under de chabuco. 1990-2005. Es una historia autobiográfica pero también de mi banda y del movimiento del rock en Chacabuco. La tapa la hizo Rocambole y el prólogo lo escribió Palo. La idea era presentarlo en noviembre”. También cuenta que habían conversado de hacer algo la musicalización que Espíndola hizo de “La estrella primera”, poema que da nombre a un libro de Pandolfo y canción con la que abrirá la noche del 2 de octubre.