Por Luciana Burgos
No es novedad que la escuela es un potente regulador de subjetividades. Hija de la modernidad, hermana de otras instituciones como las fábricas, los hospitales, las cárceles, nació para controlar y sobre todo definir y delimitar nuestra cultura frente a lo otro, a lo “anormal”. En nuestra región, se multiplicaron e hicieron masivas tras las guerras de independencia como estrictas instituciones “normalizadoras”, que buscaron disciplinar a las generaciones por venir. Si bien mucho del pensamiento normalizador en educación continúa vigente, la legitimidad de estas prácticas está poniéndose en duda cada vez con más fuerza.
Las ideas antes hegemónicas sobre políticas educativas hoy están dando paso a nuevos paradigmas que plantean, entre otras cosas, romper con la oposición entre inclusión educativa y la calidad y ponerlas a la par –en palabras del rector de la Universidad Pedagógica (Unipe), Adrián Cannellotto– como “claves para asistir desde la educación a la recomposición de la justicia social”, entendida fundamentalmente como “la garantía de las condiciones sociales para el reconocimiento de los otros”.
Desde la sociedad civil, la Fundación Encontrarse en la Diversidad recogió el guante y propone distintas formas de mediación pedagógica para abordar temas de diversidad entre los y las más jóvenes. Hace ya casi diez años que este colectivo trabaja en espacios de educación formal y no formal desarrollando actividades para reflexionar sobre los mecanismos de exclusión y de desigualdad que empobrecen nuestras sociedades al no incluir e invisibilizar al “otro”. Sólo en los primeros ocho años, lograron que más de 28.000 personas participen y se involucren en sus propuestas.
¿Qué otr@s sos vos? fue el primer cuadernillo que publicaron en 2012 y que buscó presentar el tema de la diversidad desde una perspectiva general. Se trata de un compilado de conceptos básicos para salir a encontrarse con otros y otras, desde el orgullo por la propia identidad y el respeto por las formas del ser.
¿Qué Otros Soy Yo? es la segunda publicación y comparte siete testimonios de jóvenes que eligieron presentarse en primera persona para abrir un diálogo con quienes lean sus ideas y experiencias.
“Con sus relatos –dicen– nos recuerdan que el ejercicio de contarse a un@ mism@ es también un ejercicio de derechos”. Esta frase resume uno de los puntos más fuertes del trabajo. Bajo esta idea propone que la diversidad no es una cuestión de Otros, sino que hay muchos otros habitándonos. Por eso, más allá de la riqueza de las experiencias contadas, el material recomienda acercarse a conocer y conocerse, a partir de asumirse diverso y diversa.
No es hasta el final del cuadernillo que se descubre cuáles fueron esas preguntas orientadoras que buscaron promover la tarea de construirse y de apropiarse del mundo. Si la escuela funcionó como un regulador masivo de subjetividades, este material sugiere una pista para pensarla como un espacio emancipador. Una forma de abordaje necesaria para el enriquecimiento de los espacios de libertad, a través de “todo lo distinto que tenemos en común”, que es, ni más ni menos, el lema de la Fundación.
La publicación también invita a visibilizar la exclusión lingüística a través de un fraseario de expresiones desafortunadas e incluye un correo electrónico al que se pueden enviar otras que se sumen a esta especie de “diccionario del estigma y la discriminación”, y que ya cuenta con las conocidas “es negro de alma”, “la gente como uno”, “los chinos, a la noche, apagan las heladeras” y “tiene cara de terrorista”.
El miércoles, su presentación incluirá un taller para debatir, reflexionar y compartir ideas sobre las tensiones que debemos enfrentar al abordar las temáticas de la diversidad en los espacios formativos.
[quote_recuadro]
¿Qué Otros Soy Yo? se presenta mañana a las 18.30 en el Centro Cultural de la Cooperación, en CABA. Entrada libre y gratuita. Para ampliar información: http://enladiversidad.org.ar/ [/quote_recuadro]
Sin magia
“Todo esto no fue magia”, diría Cristina Fernández de Kirchner. En la última década, el proceso de revisión fue acelerado porque lo acompañaron profundos cambios políticos. En gran parte de América Latina se combinaron estrategias democratizadoras con un enfoque de derechos humanos, que resultaron en nuevos marcos normativos, para una mayor inclusión al conocimiento. En nuestro país, hemos asistido a una paulatina recuperación de la inversión educativa, a la rearticulación de la escuela secundaria tras la reforma de los noventa, a la ampliación de las carreras de formación docente, apertura de nuevas universidades públicas (y una nueva relación entre educación, industria y trabajo), y a una importante revitalización de la educación técnica. Tras todo esto, algo del orden de lo que se enseña y se aprende está no sólo bajo la lupa, sino en el centro mismo del debate.