Por Alberto Ramírez
Este 13 de julio de 2021, nuevo aniversario del fallecimiento de Germán Abdala, recordamos su militancia inclaudicable en la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), tanto en la defensa de los derechos de los trabajadores como en su concepción de un Estado fuerte para liberar la nación.
Fiel a su formación, asoció la militancia sindical a una participación política determinante en el llamado Grupo de los 8, diputados nacionales peronistas disidentes de la política neoliberal que impulsó Menem.
Hoy que vivimos en nuestro presente el Gobierno del Frente de Todos, ese que sucedió a una nueva pesadilla neoliberal, el mejor recuerdo y homenaje a Germán es militar su concepción de Estado y tener como horizonte, como ejemplo, su coherencia ética y política.
El rol del Estado está en el centro de los debates entre los gobiernos democráticos y populares en Latinoamérica y las derechas conservadoras. Así, tenemos Estados que redistribuyen la riqueza, nacionalizan los recursos naturales y regulan la banca, el comercio exterior, limitando a los monopolios y fomentando el progreso general de la población, por un lado. Y, por otro, gobiernos que desde el Estado incrementan las ganancias de los grandes empresarios, achican salarios y jubilaciones, cierran o limitan áreas estatales, favoreciendo la especulación y la trasnacionalización de recursos naturales y servicios públicos.
En este contexto, fácilmente reconocible entre las experiencias de Latinoamérica en los últimos veinte años, es fundamental la concepción del Estado y las prácticas tanto de los funcionarios como de los trabajadores estatales y los movimientos populares para evitar y superar la burocracia, la ineficiencia y cualquier limitación que traiga como resultado la pérdida de apoyo social a los proyectos democráticos, populares y progresistas.
Los años de dominio conservador y liberal han hecho que los estatutos legales que rigen el funcionamiento del Estado sean, como decía Arturo Jauretche, estatutos legales del coloniaje.
Así, la reglamentación excesiva de licitaciones y subsidios, el expediente que parece infinito, la burocracia enorme para activar e implementar políticas sociales y transformaciones económicas, desalientan y limitan el fortalecimiento de la organización popular.
Por el contrario, el Estado conservador y su burocracia sí estaban preparados para contener y potenciar a los monopolios o grupos de interés asociados.
La gestión del Frente de Todos, tanto a nivel nacional como en la provincia de Buenos Aires, tiene algunas áreas y políticas que han sido ejemplares en superar la burocracia y hallar respuestas inmediatas, sobre todo en lo que hace a la salud y la distribución de recursos básicos a los sectores sociales más golpeados por la pandemia.
Ello no obsta a que pongamos el eje de la discusión en «saltar la burocracia» y optimizar tanto la gestión estatal como la acción de las organizaciones populares.
Venimos de cuatro años de neoliberalismo, luego la pandemia, con lo cual a las angustias propias de la enfermedad o las pérdidas en vidas hay que agregar la destrucción de fuentes de trabajo y una inflación importante, producto de la voracidad del empresariado concentrado.
En este contexto, cualquier traba o demora excesiva en la ejecución de una política, en el ejercicio de un derecho o el trámite de un expediente es un daño más para el pueblo, que a su vez genera decepción o dispersión, máxime cuando se libra una batalla desigual por el sentido de la opinión pública frente a los multimedia privados.
La posibilidad de consolidar este proceso político conlleva necesariamente la profundización del debate y el fortalecimiento estructural de las organizaciones barriales y sindicales como andamiaje, como sostén de las políticas que lleven a una transformación integral y liberadora de la Argentina en medio de la disputa en toda Latinoamérica.
Y para ello precisamos un Estado fuerte y dinámico. Las tres piedras angulares de ese nuevo Estado son los propios trabajadores estatales, los funcionarios políticos de la gestión y las organizaciones sociales y sindicales de base. De su labor conjunta y articulada depende la marcha eficaz de este proyecto.
Ello, más el sostenimiento de la unidad política y la selección de las y los mejores cuadros para las próximas elecciones.
* Integrante de la CTA Región Capital, secretario general del Frente Grande La Plata y dirigente del Frente Político Social Carlos Cajade.