Por Gabriela Calotti
Los rostros pintados con grafito en fondo rojo de María Claudia Falcone, María Clara Ciocchini, Daniel Racero, Horacio Ungaro, Francisco López Muntaner y Claudio de Acha, quienes permanecen desaparecidos por obra del terrorismo de Estado durante la pasada dictadura cívico-militar (1976-1983), fueron colocados nuevamente en una de las paredes del salón de entrada de la Escuela Secundaria Nº 12 de Gonnet durante un concurrido acto que tuvo lugar el jueves por la mañana.
El acto se llevó a cabo en presencia de los hermanos de dos de ellos, Jorge Falcone y Marta Ungaro, de Pablo Díaz, uno de los sobrevivientes, del subsecretario de Derechos Humanos bonaerense, Matías Moreno, de José Sbatella, Silvina Meloni por SADOP, Alberto Mendoza Padilla por SUTEBA, Hugo Cachorro Godoy de CTA Nacional, Carlos Zaidman por la Asociación de Ex detenidos desaparecidos, HIJOS La Plata, HIJAS Ensenada e integrantes de Familiares.
“Esta mañana cuando llegamos a la escuela, con gran sorpresa (…) me entero de que el acto se suspendía, de que la escuela estaba cerrada”, contó Marta Ungaro a Diario Contexto. Al parecer, según pudo saber este medio, la directora de la escuela argumentó que se había olvidado de solicitar el permiso para el acto. Finalmente y ante la presencia no sólo de mucha gente sino también del canal de televisión local SOMOS, las autoridades de la escuela recibieron la autorización de una inspectora.
Al cabo de un buen rato y en medio de una mañana acalorada, pudo llevarse a cabo el descubrimiento de los cuadros y la colocación de pañuelos por la memoria en la entrada al patio.
“En momentos de tanto negacionismo, fue toda una movilización con la gente afuera, no nos dejaban entrar…finalmente se hizo el acto. Los chicos leyeron poemas muy emotivos”, contó Marta al término del mismo en esa Escuela que durante casi 10 años llevó el nombre de su hermano menor, Horacio Ungaro, secuestrado en su departamento del Barrio Hipódromo la madrugada del 16 de septiembre de 1976 por fuerzas conjuntas junto a su amigo Daniel Racero.
Ese mismo mes numerosos estudiantes secundarios de La Plata, uno de los epicentros de la represión comandada por la policía bonaerense fueron secuestrados y alojados en diversos centros clandestinos de tortura y exterminio como el Pozo de Arana, y los Pozos de Quilmes y Banfield, que eran en realidad sede de las Brigadas de Investigaciones de la Policía de la provincia de Buenos Aires. Entre los estudiantes secundarios que permanecen desaparecidos también está Víctor Treviño, a quien apodaban “Lulo”.
De la llamada Noche de los Lapices sobrevivieron cuatro: Pablo Díaz, que estuvo presente en el acto de este jueves; Emilce Moler, Gustavo Calotti y Patricia Miranda.
Los seis estudiantes cuyos rostros volvieron a habitar esta escuela de Gonnet fueron asesinados en el centro clandestino de detención conocido como el Pozo de Banfield, donde su jefe, Juan Miguel Wolk, apodado “el nazi”, fue condenado en marzo pasado -junto con otros nueve imputados- a cadena perpetua al término de los juicio por las Brigadas de Banfield, Quilmes y Lanus que duró más de tres años.
“Frente a todo el negacionismo que hay con un presidente que sacó los cuadros de las Madres de Plaza de Mayo, de Eva y de Juana Azurduy y metió a Roca (…) se trata de defender las conquistas, así como está el 16 de septiembre como el Día de los Derechos de los Estudiantes Secundarios”, sostuvo Marta Ungaro que llevó el guardapolvos sobre el cual Horacio estaba dibujando el cuadro “Guernica” de Pablo Picasso. Ese mismo guardapolvos quedó tirado en el piso del departamento la madrugada de su secuestro.
“En el frente del guardapolvos no alcanzó a pintar la lágrima”, explicó Marta. En el bolsillo si se ve claramente el logo del secundario Normal 3 donde Horacio estudiaba al momento de su secuestro, aunque había nacido y se había criado en Gonnet, donde fue a la primaria en la escuela que luego sumó secundario básico.
El acto fue organizado por estudiantes que integraban la conducción del centro de estudiantes de esa escuela hasta septiembre pasado, cuando quedó en manos de estudiantes libertarios que “se dicen independientes”, explicó Marta Ungaro. En esos meses los cuadros aparecieron “vandalizados en una sala en desuso”, aseguraron los familiares en un flyer de convocatoria a este acto. A pesar de no estar en la conducción del centro pusieron manos a la obra para llegar hasta el acto del jueves.
“Los chicos que organizaron trabajaron un montón. Pintaron la pared para que pudieran ponerse los cuadros, cortaron el pasto (…), es una escuela donde hacen muchísimas cosas a pulmón”, subrayó Marta Ungaro que destacó la iniciativa de Rocío Lulequin y de Sabina Amor.