Por Mauro Forlani*
Hace unos días atrás, tras las PASO, un artículo del director del Le Monde Diplomatique, José Natanson, en Página/12, provocó una bataola de discusiones y problematizaciones en redes sociales y medios alternativos.
El autor ratificaba, a partir del triunfo nacional de Cambiemos, el advenimiento de una “nueva derecha” democrática y renovada.
Esta conceptualización, “nueva derecha”, implica en la percepción de militantes, periodistas e intelectuales “nac&pop” y de izquierda cierta “lavada de cara” a una derecha considerada reaccionaria y autoritaria en continuidad con las experiencias tradicionales en la Argentina.
Esta conceptualización, “nueva derecha”, vale aclarar que no es sólo local y original del autor, sino que se trabaja en el resto de América Latina en círculos periodísticos, académicos y universitarios.
Pero vayamos al grano y repasemos los argumentos Natanson:
1. El autor señala que se trata de una derecha democrática, puesto que es la primera experiencia de una derecha pura que llega al gobierno por medio de elecciones, con legitimidad popular.
En esto específicamente le cabe la razón. Se achacará que el menemismo en los noventa conseguía la reelección luego de transparentar un programa neoliberal de privatizaciones, endeudamiento y apertura comercial. Es cierto, pero no es menos real que aquella derecha neoliberal iba montada y enraizada en la cultura y la estructura de un partido popular: el peronismo.
Lo que omite Natanson, y en esto tienen razón sus críticos, es que se trata de una derecha, si bien democrática, atravesada por prácticas de una república desgarrada. Cambiemos, tras un rostro aparentemente tolerante, pluralista y dialoguista, aplica violaciones flagrantes a los derechos humanos (desaparición de Santiago Maldonado, encarcelamiento ilegal de Milagros Sala), avasallamiento y persecución a jueces no afines, decretazos en la elección de los jueces de la Corte Suprema y derogación de la ley democrática de comunicación, expulsión de investigadores del Conicet, 2X1 a genocidas, entre otras.
Al igual que las derechas tradicionales, acusa a la experiencia “populista” anterior de autoritaria y poco apego a las instituciones, pero es Cambiemos que en la gestión suspende y afecta las garantías y libertades propias del Estado de derecho.
Además, lo conforman personajes cínicos, oscuros y reaccionarios parecidos a miembros de otroras dictaduras de derecha.
2. Natanson señala que Cambiemos configura una nueva derecha no privatizadora y antiestatista que mantiene incluso las políticas sociales del gobierno anterior, aunque reconoce su caracter antiindustrialista, endeudador y aperturista, como el de sus homónimos tradicionales.
Que mantenga o conserve empresas nacionalizadas o estatizadas durante la gestión anterior no lo convierte en una experiencia reformista-novedosa. La dictadura de los setenta, en manos de Videla y el ministro de Economía Martínez de Hoz, tampoco llevó a cabo un plan de privatizaciones a gran escala.
Cambiemos, a diferencia de los noventa, no heredó una hiperinflación que reflejara la implosión del modelo estadocéntrico como esquema de acumulación en Argentina, por lo que no hay margen aún para generar un consenso social acerca de la necesidad de un plan de “reformas” como entonces.
La “herencia” en la correlación de fuerzas en beneficio del trabajo –durante el kirchnerismo– en relación con el capital le impide a Cambiemos aplicar un programa neoliberal estricto. No es que no quiera, sino que el “gradualismo” se lo autoimpone como resultado de condiciones contextuales adversas. Lo que no implica que, si confirma su pírrico triunfo en las legislativas nacionales en octubre, no avance en una agenda antisindical de flexibilización laboral, regresión impositiva en beneficio del capital y ajustes en el sistema jubilatorio.
Por otra parte, es verídico que las políticas sociales y jubilaciones se conservan, pero con un poder adquisitivo bastante machuco a raíz de la fuerte devaluación de la moneda durante el inicio del gobierno de Cambiemos.
3. Natanson señala que Cambiemos diseña y trabaja sus campañas en torno a un marketing político new age alejado de concepciones colectivistas de la política. En su esquema publicitario, las figuras de la ciudadanía o el pueblo son reemplazados por la figura concreta del “vecino” mediante visitas por timbreo o las campañas particularizadas vías redes sociales. Además, afirma que Cambiemos ha sabido interpretar tendencias y valores invidualistas y conservadores de ciertos segmentos medios.
Este diagnóstico es parcialmente certero en relación con ciertas novedades en torno a las técnicas o formatos del marketing político, pero el neoliberalismo actual como los anteriores, además de un programa económico y social, implica un modo de interpretar la realidad, un esquema de valores y percepciones del orden social y político.
En este sentido, el neoliberalismo de hoy como los precedentes implica, en términos de un gran intelectual italiano de principios del siglo XX, una “dirección moral y cultural” de la gran burguesía local e internacional sobre los sectores subalternos. Y segmentos de clase media acomodada, en el neoliberalismo actual como en los anteriores, son los primeros en hacer de soporte de tal “dirección”.
De lo que se trata es de configurar una hegemonía donde predominen los valores en torno a la eficiencia, el mercado y el éxito individual sobre las ideas comunitarias, igualadoras y emancipadoras.
En la construcción de esa hegemonía es que trabaja, con el apoyo incondicional de medios dominantes de comunicación, en forma cotidiana Cambiemos.
Y digamos de paso: cuando esa hegemonía “falla”, no duda en aplicar la fuerza de manera desencarna y brutal con parecidos de familia a sus homónimos históricos.
Conclusión: desde estas líneas se reconoce la honestidad intelectual del autor cuando finaliza su artículo señalando que “al adversario hay que caracterizarlo de la mejor forma para poder derrotarlo”. Pero así como Natanson hace un esfuerzo en describir “novedades” de Cambiemos con ese objetivo, es necesario, también, señalar que hay una densidad de continuidades en el terreno institucional, cultural y económico entre Cambiemos y las derechas precedentes y tradicionales, que hacen que el mote de “nueva derecha” le quede bastante grande.
* Docente de Análisis de la Realidad Contemporánea (UNSL).