Por Matías Canillan
Estuvimos cerca. Demasiado. El Futbol Argentino quedó a 71 minutos de romper su juguete más preciado: la Selección Nacional. Recien a los 19 del primer tiempo, cuando Messi metió ese zurdazo al ángulo y puso al equipo 2-1 arriba de Ecuador, Argentina se metió en el Mundial (con los resultados finales el empate nos dejaba afuera)
El egoísmo y la incapacidad de una dirigencia carente de transparencia y preparación, estuvieron a punto de incendiarlo todo. Hubiera sido durísimo para el futbol argentino. Porque reconstruirlo desde las cenizas de una eliminación habría sido mucho más difícil y complejo. Y, sobre todo, porque hubiera significado una terrible injusticia para una generación de jugadores que merecía la revancha que tendrá en Rusia.
Con el último chorro de agua que quedaba, Messi y compañía apagaron las llamas y, por suerte, el castigo fue la angustia por la posibilidad de no estar en el Mundial, y no la ausencia. Y esa culpa hubiera sido toda de la dirigencia del futbol.
En Brasil 2014 Argentina volvió a jugar una final del mundo tras 24 años. En el medio pasó de todo: el dóping de Diego en el ’94, el gol de Berkamp sobre el final en el ’98, la terrible eliminación en primera ronda en 2002, la derrota por penales con Alemania en 2006 y la goleada 4-0 también contra los alemanes en 2010, con Maradona en el banco. En el Maracaná, Argentina mereció ganar pero desperdició las chances que tuvo. El gol de Goetze en el suplementario enterró el sueño de un segundo Maracanazo.
Lo positivo era haber regresado al primer plano mundial. Sin embargo, cuando pensábamos que la final era una consecuencia de lo hecho, la realidad nos indicaría que se trató de una mera casualidad, de un logro de un grupo de jugadores que pudo llegar muy por encima de la organización penosa que lo rodeaba.
18 días después de la final de Brasil, murió en Buenos Aires Julio Grondona. El hombre que se apropió del futbol argentino por 35 años falleció inesperadamente y aún en el cargo de presidente de AFA. Los dirigentes quedaron en estado de shock. Huérfanos del “líder” y con un torneo de 30 equipos –que ninguno quería pero Grondona les impuso- a punto de empezar. La sucesión quedó en manos de Luis Segura, de pésima gestión en Argentinos Jrs e involucrado en una cámara oculta por una supuesta reventa de entradas durante el Mundial de Brasil.
Un par de semanas después, Segura designó a Gerardo Martino como nuevo técnico del seleccionado. Sabella había decidido no continuar unos días después de la final en Maracaná. El Tata inició su ciclo con el objetivo de ganar la Copa América que se jugaría en Chile, en junio de 2015, y respetó la base del plantel subcampeón mundial.
El 27 de mayo de 2015 el futbol mundial estalló en pedazos. Comenzó el llamado Fifa Gate. Una investigación de la Justicia norteamericana demostró que los mas importantes dirigentes del futbol de centro y Sudamérica habían recibido cientos de millones de dólares de coimas pagados por empresas de TV para entregar en exclusividad y sin licitación los derechos del Mundial, la Copa America, la Libertadores, la Sudamericana y los torneos organizados por la Concacaf. Ademas, se imputaba como responsables del pago de sobornos, lavado de dinero, fraude electrónico y crimen organizado a las empresas Torneos, Traffic y Full Play. Los principales culpables argentinos eran Julio Grondona, Jose Luis Meiszner y Eduardo Deluca.
Tan grande fue el escándalo y tan rotundas las pruebas, que 6 días después –y pese a haber sido reelecto- el presidente de FIFA Joseph Blatter debió renunciar y llamar a elecciones. Faltaban solo 10 días para el inicio de la Copa América por la que también se habían pagado sobornos, y el futbol sudamericano se derrumbaba.
Casi sin dirigentes en Chile por temor a que fueran detenidos, Argentina llegó a la final con un juego que fue de menor a mayor. Martino realizó dos cambios en el equipo que jugó el Mundial: Otamendi en la defensa y Pastore, junto a Mascherano y Biglia en el medio. La Selección aplastó a Paraguay 6-1 en semifinales, pero ante Chile en la final el equipo no jugó bien y volvió a carecer de contundencia. En la definición por penales fallaron Higuaín y Banega, y Alexis Sánchez definió con jerarquía ante Romero para darle a Chile la primera Copa América de su historia.
La frustración por otra final perdida se sumaba al mar embravecido que era la AFA. La “gestión Segura” era pobre, nadie tomaba decisiones y comenzaba la lucha despiadada por el sillón de Grondona. Pero al menos se establecía la fecha del 3 de diciembre para elegir presidente, con Luis Segura y Marcelo Tinelli como candidatos. En ese marco de caos y desmanejo, en octubre de 2015 comenzaron las Eliminatorias. Argentina, con la resaca de las dos finales perdidas, cayó 2-0 con Ecuador en el Monumental por primera vez. A esa derrota le siguieron un empate con Paraguay allá y un empate injusto contra Brasil acá. El primer alivió llegó en noviembre, con un triunfo ante Colombia, en Barranquilla.
La AFA llegó a las elecciones arrastrándose, con deudas y en cesación de pagos. Y cuando parecía que habíamos visto todo, aquel 3 de diciembre, un escrutinio que debía dar resultado impar terminó 38-38. En uno de los episodios más patéticos que se recuerden, los dirigentes –estupefactos- no sabían que había pasado ni cómo resolverlo. Sin presidente, sin explicaciones y sin futuro cierto, consumaron otro papelón. Al 38-38 le siguieron acusaciones, mas incertidumbre y mayor lucha por el cargo.
En febrero de 2016, la FIFA realizó elecciones que dieron como ganador al suizo Gianni Infantino, quien debía adecentar a una institución que pasaba por la peor crisis de su historia, y que de reojo miró la situación de la AFA. En marzo, el equipo de Martino encaminó su rumbo a Rusia con victorias sobre Chile allá y ante Bolivia de local. Un verdadero alivio, porque las Eliminatorias se suspendían por 6 meses. En el medio se jugaba la Copa America del Centenario, por los 100 años de la Conmebol (cuyos dirigentes mas importantes estaban presos por corruptos).
Martino sabía que era una posibilidad irrepetible y que no se podía escapar. Esa Copa América llegaba en un momento justo, con la chance de una revancha inmediata de las dos finales perdidas. El Tata siguió ajustando el equipo. La nueva defensa fue Mercado, Otamendi, Funes Mori y Rojo. En el medio, con Biglia en el plantel pero lesionado y tras el fracaso de Pastore en Chile, puso a Augusto Fernandez, Mascherano y Banega. Arriba insistió con Messi, Higuaín y Di Maria, con Agüero y Lavezzi como alternativas.
Con Messi suspendido para el debut, Argentina rindió bien y venció 2-1 a Chile. Despues goleó 5-0 a Panamá y cerró el grupo con un 3-0 ante Bolivia. Las sorpresas que dejó la primera fase fueron las eliminaciones de Brasil, Uruguay y Paraguay. La Copa parecía hacerle otro guiño a la Selección. Los dos rivales de peso que quedaban eran Colombia y Chile. El equipo se soltó. En cuartos goleó 4-1 a Venezuela y en semis aplastó 4-0 a EE.UU. Por el otro lado, Chile trituró 7-0 a México y le ganó 2-0 a Colombia. Un año después, en New Jersey se jugaba la misma final que en Santiago. Otro guiño: poder vengarse de las dos finales y del verdugo de la última.
Argentina mantuvo en nivel que traía y empezó mejor. A los 28 del primer tiempo se fue expulsado Marcelo Díaz por doble amarilla. Todo a favor para terminar la racha funesta. Sin embargo, era otro espejismo. Un error de Medel dejo a Higuain solo contra Bravo y el Pipa volvió a definir mal. Sobre el final del primer tiempo, Marcos Rojo golpeó ingenuamente a Vidal y vió la roja. Argentina perdía así la posibilidad de jugar el resto del partido con un hombre mas.
En el 2do tiempo Chile mejoró y el partido se hizo más parejo. Agüero tuvo dos: tiró por arriba del travesaño una pelota que le había quedado adelante del arquero y un cabezazo con destino de ángulo que Bravo mandó al córner. Se terminó así la tercera final seguida en la que el equipo no pudo marcar ni un solo gol. Penales otra vez. Empezamos bien, Romero le atajó el primer penal a Arturo Vidal. No duró nada: Messi tiró a las nubes el suyo inmediatamente después. Chile ya no falló y Bravo le atajó el decisivo a Lucas Biglia. El torneo que serviría para exorcizar a la Selección solo provocó que la pesadilla fuera mayor. Tres finales consecutivas perdidas y sin convertir goles. 25 años sin títulos de la Selección Mayor.
El golpe fue tan duro que, tras el partido, Messi declaró “se terminó la selección para mi”, anunciando su rendición. Harto además de la acefalia en AFA y de la consiguiente pésima organización. El único que acompañó al equipo en EE.UU. fue Claudio “Chiqui” Tapia, presidente de Barracas Central y hombre clave del Ascenso que en los últimos tiempos había sumado poder.
Encima de la tristeza por otra derrota, hubo que volver a la realidad de una AFA que se desangraba. Los torniquetes lamentables de la gestión Segura ya no servían ni para achicar la hemorragia. La nueva FIFA de Infantino, cansado de tanta inoperancia, le exigió a la AFA que resolviera su situación porque se exponía a ser desafiliada.
En tanto, Martino comenzó a diagramar la lista de convocados para los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro. Cuando realizó la citación para iniciar las prácticas, los clubes locales le negaron a los futbolistas priorizando sus intereses. Fue demasiado. Sin estructura ni organización, con una AFA ausente que ya le debía 7 meses de salario y sin el apoyo de los clubes para armar el plantel olímpico, Martino presentó la renuncia en los primeros días de julio de ese 2016.
Era la tormenta perfecta del futbol argentino: sin presidente, sin fecha de elecciones, sin Messi, sin proyecto en las selecciones juveniles, sin visitantes en los estadios, con un torneo impresentable de 30 equipos, con clubes y AFA fundidos…y sin técnico en la selección. Asi también lo entendió Infantino, quien para evitar la desafiliación de la AFA, aceptó mantener contactos con el Gobierno de Macri y resolvieron nombrar una Comisión Normalizadora que reemplazara a Luis Segura y ordenara la entidad.
La Comisión fue encabezada por Armando Perez –presidente de Belgrano- y lo acompañaron Javier Medín, Carolina Cristinziano y Pablo Toviggino. Asumió el 21 de julio de 2016 con 3 objetivos: ordenar a la AFA administrativa y financieramente, modificar el Estatuto y llamar a elecciones. Lo que parecía que era el inicio de la reconstrucción institucional del futbol argentino fue otra etapa penosa y olvidable. Celosos por la intromisión externa y envidiosos por el encumbramiento de Pérez, los dirigentes obstaculizaron todo lo que intentó la Normalizadora. Sus integrantes tampoco ayudaron demasiado. Armando Pérez se enamoró del cargo y buscó permanecer en el puesto todo lo posible. Para colmo, y en un hecho que no tenía nada que ver con la función encomendada, la Normalizadora decidió designar al nuevo técnico del Seleccionado, sin la mínima consulta ni participación a los dirigentes de los clubes. Estos, que hasta ahí habían estado divididos, resolvieron unirse para que Armando Pérez y compañía salieran de AFA.
Después de muchas reuniones, roscas y operaciones de prensa, el 1 de agosto se anunció a Edgardo Bauza como nuevo técnico de la Selección Nacional. No era el entrenador que querían, fue el entrenador que se podía pagar teniendo en cuenta la gravísima situación financiera del futbol argentino. Otra apuesta, otra decisión que dependía del azar…
Unos días después comenzó el torneo olímpico de futbol, con un equipo que dirigió por descarte Julio Olarticoechea. Argentina quedó afuera en primera ronda y con una imagen lamentable. Los dirigentes seguían mirándose el ombligo e iniciaron el operativo para llamar a elecciones y quitar definitivamente al odiado Armando Pérez, a quien acusaban de haberles quitado el manejo del fútbol.
Bauza debutó sin amistosos previos y directamente por los puntos en la Eliminatoria. Antes de vencer a Uruguay 1-0, el Patón ya había logrado una victoria: apenas asumido viajo a Barcelona y convenció a Messi de volver a la Selección. Para su ciclo, el técnico cambió el esquema (del 4-3-3 de Martino a su preferido 4-2-3-1), volvió a Zabaleta por Mercado, a Mascherano y Biglia como doble 5 y apeló a Lucas Pratto en lugar de Higuaín, quien había quedado como la cara de la derrota en las 3 finales.
Todo parecía encarrilarse. Pero era otro engaño. El partido siguiente terminó 2-2 con Venezuela allá, después de estar 2-0 abajo. Después, llegó el 2-2 contra Perú en Lima y unos días después la derrota ante Paraguay en Córdoba. En esos 3 partidos no jugó Messi, lesionado. La posición del equipo en la tabla ya era incómoda. Al plantel le pesaban las 3 finales perdidas, no encontraba el rumbo y la prensa era despiadada en las críticas.
El 10 de noviembre Argentina fue bailada por Brasil en Belo Horizonte. Fue 3-0 y los de Tite se apiadaron del seleccionado, evitándole una goleada histórica. Sin embargo, ese partido quedaría marcado por un hecho gravísimo que volvía a demostrar el desastre que era la dirigencia del futbol. El plantel argentino fue y vino de Brasil en un avión de la empresa Lamia contratado por AFA. Era la misma aeronave en la que 18 días después se mataría el plantel del Chapecoense que viajaba a Colombia para la final de la Copa Sudamericana. No era todo: la investigación posterior reveló que el avión aterrizó en Ezeiza con solo 15 minutos más de combustible. Ese era el contexto en el que los jugadores argentinos debían venir a jugar para la Selección.
Mientras “Chiqui” Tapia acumulaba el apoyo de todo el ascenso y sumaba el respaldo de Angelici y Moyano por oposición a Tinelli y D’onofrio, para ser el siguiente presidente de AFA, la Selección goleó 3-0 a Colombia en San Juan. Después del triunfo, Messi anunció que el plantel no hablaría más con la prensa. Hartos de las barbaridades que vomitaban los medios, los jugadores se plantaron. No era para menos: el periodismo parecía haber entrado en una competición para ver quién era más humillante con los jugadores. Tomaban carrera y despedazaban todo lo que tenía que ver con el seleccionado. No reparaban en que los jugadores y el técnico estaban solos, que la dirigencia era una vergüenza. En realidad, lo que los periodistas jamás les perdonarían era haber perdido las 3 finales.
Las Eliminatorias se interrumpieron hasta marzo de 2017. Argentina estaba en repechaje. Las elecciones en AFA, con Tapia como único candidato, fueron establecidas para el 29 de marzo. La Junta Normalizadora luchaba por diferirla. En febrero debía empezar el torneo, pero la pelea encarnizada de los dirigentes llevó a postergarlo. Cuando se dieron por vencidos y aceptaron que Tapia fuera el único candidato y futuro presidente de AFA, se plantaron los jugadores.
Agremiados exigió el pago de las deudas con los planteles para volver a jugar. Era lógico: el gobierno macrista que deseaba terminar con el Futbol Para Todos para volver a privatizar la televisación, dejó de pagar el contrato y empujó a los clubes a la cesación de pagos. Los dirigentes, entonces, nos regalaron otro papelón: el futbol no había empezado por la pelea entre ellos, pero ahora exigían que los futbolistas jugaran, a cualquier precio. Horas antes del inicio del Torneo y con los jugadores en huelga, el futuro presidente de AFA, Claudio Tapia, propuso jugar la fecha con juveniles. Juveniles sin contrato ni revisión médica que los habilitara. Increíble pero real.
Era demasiado. La fecha se suspendió y después de una semana de negociaciones se levantó el paro y empezó el campeonato. Habían pasado 80 días desde el último partido del torneo local…
Unos días antes de las elecciones en AFA, sin saberlo, Bauza dirigiría sus últimos dos partidos como técnico argentino. Venció 1-0 a Chile en Buenos Aires jugando mal, y encima perdió a Messi, sancionado de oficio por la Conmebol por insultar a un línea una vez terminado el partido. A eso le siguió la derrota 2-0 con Bolivia en La Paz.
El 29 de marzo de 2017, dos años y 8 meses después de la muerte de Julio Grondona, la AFA eligió a Claudio Tapia como nuevo presidente. El Chiqui no quería a Bauza como técnico de Argentina. Había hecho campaña diciendo que la AFA estaba quebrada, pero quería a Jorge Sampaoli, DT del Sevilla. Asi, y pese a que AFA debía pagar la deuda con Martino mas la indemnización de Bauza, Tapia acordó pagar 1,6 millones de euros para llevarse al entrenador que le gustaba.
Lo que siguió fue más patético todavía: Tapia decía que el DT era Bauza y Sampaoli que no tenía idea del asunto. El Patón conocía lo que pasaba e inicio un recorrido en los medios para denunciar que lo querían echar. Mientras todos sabíamos que Bauza era historia. El 10 de abril de 2017 Tapia echó a Bauza. El presidente de AFA espero a que terminaran los torneos europeos y el 1 de junio presento a Sampaoli como nuevo entrenador. Era el tercer técnico en una sola Eliminatoria.
Sampaoli tuvo dos amistosos antes de jugar por los puntos. Le ganó 1-0 a Brasil y 6-0 a Singapur. Cambió nombres y esquema. Debutó con un 0-0 con Uruguay, con un 3-4-3. Con Fazio de libero, Acuña y Pizarro en el medio y Dybala e Icardi adelante. No era un mal resultado ya que se descontaba ganarle a Venezuela en River. Sin embargo, el equipo volvió a desperdiciar varias oportunidades de gol y no pasó del empate 1-1. El resultado desconcertó al técnico, quien realizó cambios extraños en la lista para los últimos dos partidos. El temor de no ir al Mundial ya se había apoderado de todos.
Tapia decidió jugar contra Perú en la Bombonera y salir de River. No sirvió. Argentina mereció ganar ampliamente pero no paso del 0-0. Quedaba un solo partido, la victoria de Paraguay en Colombia nos permitía ganar y jugar el repechaje sin depender de nadie.
El 10 de octubre el país amaneció con dolor de estómago. Argentina debía jugar contra Ecuador en la altura de Quito sin margen de error. Antes del minuto de partido ya estábamos 1-0 abajo y todo parecía perdido. Pero apareció Messi 3 veces para dar vuelta el partido y liberar la tensión de todo un país. Recién en la última fecha de las Eliminatorias el equipo logró la clasificación a Rusia, con la ilusión de poder tener revancha de una vez por todas.
Sin embargo, el verdadero motivo que llevó a Argentina al Mundial era otro, muy distinto. En secreto y sin que muchos lo supieran, varios dirigentes de futbol subieron a un avión a Ecuador al Brujo Manuel, un manosanta que antes del partido pasó por el vestuario visitante y después recorrió el campo de juego. Así fue que la selección llegó al próximo campeonato del mundo. Una vez mas, la dirigencia del futbol argentino mostraba su capacidad y planificación. Todo estaba fríamente calculado…