Por Ramiro García Morete
«Un fantasma recorre el bosque en la cena de fin de año / En un árbol está escondido / dentro nuestro hay tanto frío / En las cenizas está naciendo lo que guardamos en otros tiempos / En las cenizas están naciendo los buenos tiempos». En cierto modo, la música es como un arcade: se presentan espacios, se plantean misiones, se sortean dificultades y se superan niveles. Tal como suena, podríamos estar hablando de la vida misma y esa suerte de monomito o camino del héroe que todxs llevamos adelante. Pero hay una diferencia sustancial: si uno toma una mala decisión, ya no hay otra vida. En los videojuegos y en la música, sí.
Lo cierto es que para el 2016 o 2017 ambos venían de algunas experiencias musicales. Inclusive Lucio Macchioli había invitado a Ramiro Orellano a tocar en Bruxomental alguna vez. La guitarra, claro. Aunque últimamente se había abocado bastante a las teclas. Y es que Future Days, el libro de Caja Negra que había comprado en el 2015, lo había sumergido y fascinado en el universo del kraut rock. Un Minikorg sería el inicio de un proceso de aprendizaje sobre el sonido para el venido de General Conesa. Unos años antes había llegado para estudiar Sociología y allí se habían conocido con Lucio, quien tenía el departamento de 7 y 39 poblado de CD. King Crimson o Frank Zappa eran algunos de los variados e infinitos gustos comunes.
Por eso, cuando Ramiro juntó un par de canciones, pensó en Lucio. La consola de dos canales Presonus tenía bastante latencia. Pero ¿qué importa el tiempo? ¿No es acaso eso que en la música o en un videojuego puede ir y venir sin tanta linealidad? Del mismo modo no solo intercambiarían composiciones e ideas, sino estilos. Desde el sonido sintético hasta el folk más psicodélico irían generando un proyecto que a pesar de su estética marcada nunca sería del todo premeditado. «La idea fue hacer cosas despojadas, sin mucha pretensión –dirá Ramiro–. Y unir estos universos de la canción y algo más experimental, más kraut rock. Eso puede ser un ideal. Después lo que pasó en el medio –y no es que lo diga para que quede lindo– se fue dando así».
Lo que sí tenían en claro era colaborar con gente, inspirados en el concepto de Gorillaz. De hecho sería una de las voces invitadas, Rodrigo Menéndez, quien les haría ver que allí había canciones que merecían ser mostradas. De esa manera llegarían Vol. I y Vol. II, moviéndose entre el low fi, el folk y lo digital para dar paso a una idea conclusiva o superadora. Volumen III, claro. A esa búsqueda musical de unir «esas cosas que parece que no funcionan justo» se encontrarían nuevamente con una puerta o nivel entreabierto, inspirados por la reminiscencia sonora de lo que se iba generando: un videojuego. En base a tenacidad, imaginación y las facilidades del RPG Maker, lograrían una versión demo para acompañar la salida de los singles que adelantan este álbum capaz de mezclar música medieval, synth pop, pasajes instrumentales y cierta celebración o evocación de la naturaleza. Un nuevo nivel para esto que empezó como un juego, y que por ende se juega de verdad: Sesiones Robots.
«Como dice su nombre, es el tercer recopilatorio de canciones de Sesiones Robot –introduce Orellano sobre el álbum al cual solo le resta la masterización–. En este caso pretendíamos hacer temas desde un sonido que mezcle lo más acústico, con criollas o banjo, con cosas más electrónicas y sintetizadores. Después de ahí se abrió un universo que en su génesis no estaba pensado y terminamos haciendo un videojuego».
«Somos gente que nos gusta todo –se refiere a la búsqueda estética–. Para este disco estuvimos escuchando Schuman, Kraftwerk, música de video juegos. Y estuvo Julián Rossini aportando su magia. La verdad, no es forzado y sale así. Sí tratamos de darle una unidad con el sonido. Si hacemos temas folk, ponerle sintetizadores. Sabemos que por ahí no tiene que ver un electro pop con una ranchera… pero hay algo que los une. Y creo que es la música. Porque es música en última instancia».
«Este disco también fue así –continúa–. Por ejemplo, el sonido medieval llegó. No es que lo planteamos. Y cuando se empieza a dar, le damos rienda suelta. A veces llegamos a lugares que son horribles y tenemos que volver para atrás. Y esta vez se abrió un universo en eso. Eso que parece que no funciona junto, cuando lo exagerás un poco termina funcionando». Y completa: «Cuando empezamos a grabar, nos dimos cuenta que sonaba a eso: Monkey Island, Pokemon. ¿Cómo podemos hacer? Ahí apareció un programa y le metimos a eso». Impulsados por «la manija de Juli» y el RPG Maker «nos dimos cuenta que se nos abrió un mundo. Cualquiera puede hacer un videojuego. Do it yourself. ¿Cómo se hace? Haciéndolo. No sé nada de programación. Lucio tampoco sabe nada. Y sin embargo… Lo mismo con la música. No sabíamos grabar, simplemente tocábamos. Y aprendimos a mezclar, a masterizar. Una idea medio punk».
Con «Un fantasma en el bosque» y «Esta no es mi casa» disponibles en todas las plataformas, Orellano habla sobre los días futuros: «Se viene el Volumen III que tiene muchos instrumentales y tratamos de buscar un sonido no tan lo-fi. Se viene la segunda parte del videojuego. Y la idea de armar un estudio». Respecto a tocar en «vivo vamos viendo. No es la prioridad. Pero si nos invitan nuestros amigos, vamos».
Link para descargar videojuego: https://gamejolt.com/games/Sesionesrobots/654457