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Sileoni, sobre el regreso del Conectar Igualdad: «El Estado nacional recupera una iniciativa y liderazgo que había perdido»

Con cambios que aún no fueron detallados, el gobierno nacional anunció que lanzará nuevamente el programa Conectar Igualdad, implementado en 2010 durante el primer gobierno de Cristina Kirchner y desarticulado por la gestión macrista. El regreso de esta política fue confirmado por el ministro de Educación, Nicolás Trotta, y por la secretaria de Educación, Adriana Puiggrós.

El programa entregó más de cinco millones de netbooks a estudiantes y docentes de escuelas secundarias de gestión pública, escuelas de educación especial e institutos de formación docente de todo el país, y creó 1.428 aulas digitales. Fue con el objetivo de generar inclusión educativa y digital, achicando la brecha digital.

Con Macri en el gobierno, el programa fue desarmado primero y luego suplantado en mayo de 2018 por otro, llamado Aprender Conectados, que anuló la entrega de netbooks. El expresidente fue un firme enemigo de la entrega de computadoras. Incluso llegó a decir que era como «repartir asado y no tener parrilla, no tener para prender el fuego».

No es disyuntivo el hambre y la compra de computadoras. Van de la mano. Hay señales del presidente y su equipo de austeridad en el manejo de los recurso públicos, pero este tipo de políticas van a recomenzar.

En declaraciones radiales, Puiggrós adelantó días atrás que el desafío es retomar el programa -muy posiblemente con otro nombre- incluyendo nuevos soportes, como los celulares, que «hoy están en mano de todos los chicos», y articulado con el Plan Nacional de Lecturas que lanzó recientemente el Ministerio de Educación.

Afirmó también que el plan está en una etapa incipiente y que tardará varios meses en ponerse en práctica, ya que previamente realizarán un inventario «para ver dónde están las computadoras que se entregaron y en qué condiciones». «Hay una indudable necesidad de digitalizar el sistema educativo», completó.

En diálogo con Contexto, el ex ministro de Educación Alberto Sileoni analizó las posibilidades y dificultades que conlleva esta iniciativa. El complejo contexto económico y social que repercute directamente en las escuelas, la formación docente, la relación de los estudiantes con la tecnología y qué soportes tecnológicos utilizar fueron algunos de los puntos.

¿Cómo tomó los primeros anuncios y medidas del ministro Nicolás Trotta?
Coincido con el rumbo del ministro. Habló de trabajar sobre algunas urgencias que son bien necesarias y evidentes, como la alimentaria, la infraestructura y también otras prioridades con las que buena parte de los que estamos en educación coincidimos, que son darle mucha importancia a la primerísima infancia y hacer de verdad los jardines que faltan, que el gobierno anterior había prometido y no hizo ninguno. En la provincia hay 80 mil niños de cuatro años que no tienen vacantes. Otra de las prioridades que anunció el ministro fue avanzar con las escuelas de jornada extendida. Y la semana pasada relanzó un plan de lecturas, ahora en plural por las diferentes pantallas.

Estoy de acuerdo con reposicionar la tecnología en las escuelas. Esto no significa que yo crea que haya que hacer lo que hicimos. Lo que pasó pasó y no volverá. Hay que rediscutir con qué tecnología nos manejaremos, si serán netbooks, notebooks, si serán tabletas, teléfonos. Esa es otra discusión interesante que hay que hacerla, pero lo importante es que el Estado nacional recupera una iniciativa y liderazgo que en estos cuatro años había perdido absolutamente.

Puiggrós habló de considerar los celulares como soporte educativo del nuevo programa. ¿Cómo ve esa posibilidad?
Probablemente, sí. Con eso tengo respeto, porque son temas con una complejidad técnica que se cruza con la pedagógica. Adriana en algún sentido enuncia que la cosa está todavía en preparación, que se deben otras definiciones previas. Lo primero que digo, sin ser un especialista, es que la ventaja del celular es su extensión, su presencia y masividad, porque buena parte de los chicos lo tiene, aunque habría que revisar estudios sobre la presencia de celulares en los sectores más carecientes. Hay otras voces que dicen que el celular es interesante por su presencia y masividad, pero también otros dicen que es una pantalla y herramienta más limitada, con menos posibilidades de interjuego con respecto a lo que te puede dar un aparato con una pantalla más grande.

La formación docente fue un tema central en la aplicación del programa. ¿Esto puede ser un escollo importante, por el freno que tuvo ese proceso de formación de los docentes durante el macrismo?
Nosotros advertimos lo que ya está claro: con solo instalar las computadoras en las escuelas no podés decir que estás innovando educativamente. Es un proceso de trabajo, con formación docente, con capacitación, postítulos, pero eso se cortó hace cuatro años. Veíamos que lo primero que tiende a hacer el docente si no está capacitado es a usar la pantalla como un pequeño pizarrón, y eso puede ser un paso pero no es la utilización plena de una herramienta con tanta potencialidad. Había que seguir profundizando eso.

Los docentes habían tenido una actitud muy creativa, a mi juicio, que era no tener tecnofobia. No dijeron «esto no», dijeron «esto sí, pero necesito una mano porque yo no me preparé para esto», y ahí tiene que estar el Estado nacional trabajando en lo que se llama la formación inicial, algo que habíamos empezado a hacer. Ese joven en su formación conoce la tecnología y después la transmite cuando llega al aula. Es un proceso, con luces y sombras. Pero en el último tiempo me llegan fotos con lugares enteros de las escuelas donde están las netbooks desactivadas porque no hay capacidad de arreglo, no hay servicio de reparación. Tendrán que ver las autoridades y los técnicos si se puede revitalizar ese programa o directamente hay que sustituirlo por otro distinto, con otras características.

la sociedad está recuperando un rumbo que no debió perder, porque era un rumbo mejor, más justo, que dejaba menos gente afuera. Había problemas, pero en este último tiempo han empeorado de manera alarmante.

¿Cómo se afronta este programa en un contexto de fuertes necesidades sociales como el hambre?
El gobierno ha puesto en primer orden su preocupación por el hambre, ha construido un plan específico, con recursos, pluridisciplinariedad, con gran cantidad de sectores en una mesa. Claramente ahí tenemos una situación de urgencia y prioridad. Ahora, esto no significa que no pueda haber más arte, cultura o financiar la filmación de películas, comprar tecnologías en las escuelas. Hay un problema de estrechez económica, pero lo poco que hay, hay que destinarlo a otras cuestiones prioritarias, como tener libros en las escuelas y capacitación docente. No es disyuntivo el hambre y la compra de computadoras. Van de la mano. Hay señales del presidente y su equipo de austeridad en el manejo de los recursos públicos, pero este tipo de políticas van a recomenzar. Quizá no llegaremos a gran número de netbooks o libros en la primera etapa, pero luego sí ocurrirá.

Más allá de los cambios que vaya a tener el programa, por el tiempo que pasó desde su instrumentación en 2010, ¿cree que lo más valioso que tuvo fue el reconocimiento de su necesidad para que ahora prosiga, es decir, tenga una continuidad?
Sí, pero no lo pondría en los términos del programa que pudimos hacer, con la decisión política de la expresidenta. Sino de una sociedad que a través de un gobierno había fijado un rumbo y en algún sentido había pensado que se tenía que revitalizar el Estado. Porque lo mismo podemos decir con otras medidas que llevan a que haya cierto dinero en el bolsillo de los que menos tienen o revitalizar el consumo; son reposiciones de algo que es importante, como que haya libros en las escuelas, que los jubilados lleguen a fin de mes, ciertos remedios gratuitos para los más veteranos. Es todo un proceso de pensar al Estado en el centro, y, en ese marco, las políticas que habíamos tomado forman parte de esa totalidad. En ese marco, la sociedad está recuperando un rumbo que no debió perder, porque era un rumbo mejor, más justo, que dejaba menos gente afuera. Había problemas, pero en este último tiempo han empeorado de manera alarmante.