Los ministros de Educación y Cultura de la provincia de Buenos Aires, Alberto Sileoni y Florencia Saintout, respondieron a las críticas de la vicepresidenta de la nación, Victoria Villarruel, quien había cuestionado que la gestión de Axel Kicillof «sexualiza» a los alumnos a través de los libros distribuidos en las escuelas secundarias bonaerenses.
Sileoni y Saintout defendieron la política de entrega de libros como parte de un programa educativo y rechazaron las acusaciones de «sexualización», destacando la importancia de la literatura como herramienta de formación y reflexión.
Villarruel compartió en la red social X fragmentos de la novela Cometierra, de Dolores Reyes, que incluye escenas de encuentros sexuales. «Existen límites que nunca deben pasarse. ¡Dejen de sexualizar a nuestros chicos, saquen de las aulas a los que promueven estas agendas nefastas!», tuiteó sin dar mayor contexto de la función de los libros.
«El texto que usted publica como ‘inmoralidad’ es de Dolores Reyes, escritora premiada internacionalmente», comenzó su respuesta la presidenta del Instituto Cultural de la provincia. «Usted debe dedicarse a gobernar por el bien común (incluye reconocer la buena literatura). No vamos a permitir censura a la cultura», sostuvo Saintout en X.
Luego reivindicó la política de la gestión bonaerense de entrega de libros en las escuelas y apuntó a la Administración nacional por su ajuste en ese sector. «Mientras el gobierno provincial tiene un Plan de Promoción del libro y la lectura, el gobierno nacional no entregó un solo libro en las escuelas. ¿A qué le tienen miedo? ¿A que los pibes lean? ¿Piensen?», remarcó Saintout.
Sileoni también respondió a las acusaciones de Villarruel. «No, nosotros no somos provocadores, somos educadores. No son libros para educación sexual, forman parte de una colección llamada Identidades Bonaerenses», dijo el funcionario. «Me gustaría que hagan un esfuerzo de comprensión. Estos libros van a las bibliotecas de las escuelas, no se obliga a los estudiantes a leerlos. Son herramientas de apoyo para los docentes, que abren un mundo al que muchos chicos no tienen acceso», reforzó.
Además de la falta de argumento, Sileoni expuso la mala intención de Villarruel. «Tenemos 1.700.000 estudiantes en el nivel secundario y muchos no pueden comprar libros. Algunos sectores no comprenden la mirada que propone el arte y, de un libro de 170 páginas, sacan solo un fragmento», agregó Sileoni en declaraciones a AM 750.
Por último, en respuesta a la denuncia sobre la «sexualización» de los estudiantes, explicó: «Los libros incluyen una guía detallada. Algunos llevan una inscripción que los dirige a chicos de 15 años en adelante y otros, con temáticas más complejas, van a la secundaria orientada». Y con relación con la postura punitivista de sectores conservadores, finalizó: «Ofrecemos literatura de calidad con sugerencias específicas y acompañamiento docente. Los libros se destinan a la secundaria orientada. Es paradójico: a los 12 años pueden ir presos, pero a los 17 no pueden leer este libro».