Por Fernando M. López
En casi seis meses de gobierno de Mauricio Macri y María Eugenia Vidal, la enorme transferencia de riquezas hacia los sectores más concentrados de la economía, el brutal ajuste y los despidos masivos están configurando una crisis social cuya magnitud aún es difícil de calcular, pero que ya se siente con fuerza entre los trabajadores y las capas más vulnerables de la población.
En la provincia de Buenos Aires, los que peor la pasan son los chicos de esas familias golpeadas por las medidas neoliberales de Cambiemos.
Más o menos en el mismo momento en que Macri anunciaba la eliminación de las retenciones mineras, Vidal intentaba avanzar con un recorte del 60% de los alimentos destinados a comedores populares de las barriadas bonaerenses, pero se encontró con el rechazo de las organizaciones sociales que, a fines de marzo, se movilizaron hasta La Plata desde distintos puntos del conurbano y el interior de la provincia.
En esa oportunidad, un grupo de delegados logró ingresar al Ministerio de Desarrollo Social, mientras cerca de 2.000 manifestantes aguardaban en la calle, y las autoridades de la cartera no tuvieron más remedio que negociar, bajando el recorte al 25%.
A dos meses del acuerdo, la demanda en los comedores y merenderos sigue creciendo, con mayor cantidad de chicos y adultos mayores en situaciones de extrema vulnerabilidad, pero la mercadería prometida no llega.
“Lo único que recibimos fueron productos que quedaban de la gestión anterior, fideos con gorgojos y alguna mercadería podrida. El mes pasado nos dieron pan dulce de las fiestas que tenían moho. Nos están dando las sobras y eso es insostenible”, dijo a Contexto Juan Pablo Nocelli, dirigente de la Asociación Gremial de Trabajadorxs Cooperativistas Autogestivxs y Precarizadxs (AGTCAP).
Nocelli explicó que son cientos los comedores populares que están en la misma situación y que el problema se agrava a medida que se profundiza el ajuste: “Antes no teníamos más de veinte o treinta personas en cada comedor y abríamos tres veces por semana, pero ahora hay algunos en los que tenemos entre ochenta o cien personas que necesitan ir todos los días por un plato de comida”.
“Se habla de 150 mil despedidos en el Estado y el sector privado, pero lo que no se ve es la gran cantidad de trabajadores informales, sobre todo de la construcción, que se quedaron en la calle. Eso incrementó la cantidad de chicos en los comedores y en las copas de leche”, agregó el referente de AGTCAP.
Las organizaciones ya analizan la posibilidad de volver a movilizarse si los alimentos prometidos no llegan a los barrios en los próximos días y si el ministro de Desarrollo Social, Santiago López Medrano, continúa desoyendo el reclamo de “trabajo genuino”.
“Ningún Gobierno ha entregado nada gratuitamente. Todo lo que se ha conseguido fue a través de la lucha popular, por eso convocamos a organizarse, y más con estas políticas de ajuste que sólo benefician a los más ricos”, concluyó Nocelli.
Comedores escolares
En el Servicio Alimentario Escolar (AES) de la provincia se advierte una situación similar. Si bien Vidal aumentará a partir de junio lo que se destina para cada desayuno ($2,90 a $7,90) y almuerzo ($6,30 a $12,60), desde SUTEBA señalan que es “insuficiente”.
“Con doce pesos es imposible pensar en una alimentación de calidad, que incluya lácteos, carnes, verduras y frutas. Nos estamos limitando a fideos, arroz, polenta… básicamente carbohidratos; es decir, alimentos con alto valor calórico, pero con pocas proteínas”, indicó a este diario Raúl Calamante, secretario de Interior del gremio.
En este marco, Calamante comparó lo que destina el macrismo de la Ciudad de Buenos Aires para sus viandas escolares: “Estamos hablando de un valor de cuarenta pesos cada una. Los chicos de Capital tienen otro valor asignado, lo que demuestra que hay una discriminación muy fuerte respecto de la provincia”.
A esto también se le suma el problema de los cupos. Actualmente, el AES bonaerense abarca a un millón y medio de alumnos, pero SUTEBA reclama un incremento del 30% debido a la creciente demanda de alimentación en los establecimientos educativos.
“Esto tiene que ver con las medidas económicas que ha tomado el Gobierno nacional, que han impactado sobre un sector importante de la población. El proceso inflacionario, la desocupación y la precarización laboral se ven reflejados directamente en la realidad escolar”, sostuvo el sindicato.
Para Calamante, Vidal no sólo demuestra “falta de voluntad política” y “creatividad” para solucionar el problema, sino que además tiene “una gran insensibilidad”.
“Ningún maestro ni auxiliar va a tomar la decisión de elegir quién come y quién no come. Si en una escuela hay cupo para 200 chicos, pero en realidad hay 250, se les da de comer a los 250 –ejemplificó–. Eso lógicamente baja la calidad y la cantidad de lo que se come, por eso es necesario que la provincia aumente los cupos”.