El primer disco solista de Teodoro Caminos tiene sabor a revancha. Hace exactamente una década el guitarrista y cantante nacido en La Plata hace 34 años lideraba Ático, un proyecto que duró poco pero que dejó un EP (Autopista, de 2006) y un disco (Compañía, de 2008), dos obras que fijaron algunos de los mantras de la escena indie local. Tras su disolución, tan sólo unos meses después de la edición de su LP debut, Caminos fue un músico nómade: armó y desarmó proyectos, tocó esporádicamente la guitarra con Javier Maldonado hasta que se convirtió en el bajista estable de su banda, y en el trajín compuso algunas canciones y salió a tocarlas. Pero fue algo que duró demasiado tiempo. «Básicamente necesitaba hacer el cierre de estas músicas para poder tocar otras», dice Caminos. Pero no le fue fácil.
Hubo dos intentos fallidos antes de que esos temas quedaran finalmente registrados. Para el tercer intento dio con los cómplices perfectos: Gastón Le, voz y guitarra de Un Planeta, y Edu Carreras, baterista de Crema del Cielo. El resultado es Realización, un conjunto de canciones de notable osadía, cuya larga trayectoria en escenarios aporta al disco soltura e invención.
Entre Ático y esto pasaron muchísimos años…
Cuando me metí a hacer este disco me di cuenta de que no era fácil. De alguna manera mi unidad de medida era la historia con Ático, pero en algún momento también me di cuenta de que en Ático éramos cuatro, mis tres amigos magníficos y yo, y ese cuatro contra uno era siempre insuperable.
Ahora que lo pienso, el disco me gusta pero me gusta más el cuento, la historia, todo el proceso, las batallas, porque fue como una suerte de liberación de América en el terreno de lo personal.
¿Y cómo atravesaste ese obstáculo?
Ya llevaba mucho tiempo queriendo grabar mis temas, había que hacerlo. Pero en 2011 y 2012 se cayeron dos grabaciones, por cuestiones de coordinación. De pronto salió un viaje a Brasil con Javier Maldonado y alguien quedó embarazada y así se fue demorando. Y en medio de estas imposibilidades me di cuenta de que necesitaba un diálogo directo con otras personas para tomar decisiones, y le consulté a Gastón Le. Sabía que él había mezclado los discos de Un Planeta y la verdad es que me encontré sorprendido con su pericia musical. Fue un gran interlocutor. Inclusive metió algunas cláusulas muy buenas. Me dijo: «Teo, el material no se mueve del estudio hasta que no esté terminado, porque llegás a tu casa y te volvés loco». Y tenía razón.
«El disco fue como una suerte de liberación de América en el terreno de lo personal»
Las canciones de Realización parecen estar todo el tiempo escapando del formato tradicional
Es que la canción no la sé hacer y no me representa. Porque tampoco creo reunir ese conjunto de sensibilidades que lleva a crear canciones contundentes.
¿Cómo pensaste el sonido del disco?
Siempre fue pensado en formato acústico. La idea era usar piano acústico, guitarra acústica, contrabajo y batería; un Neil Young pero sin ser necesariamente folk americano. Quería grabar tomas calientes, a lo Elvis: la banda tocando de forma conjunta en el estudio con uno o dos micrófonos tomando todo. Pero en el camino aparecieron algunos impedimentos. Por ejemplo, tenía contrabajista pero no se sumaba a la toma caliente. Cosas así fueron transformando la producción.
Te escucho hablar y entiendo que la música es el arte de lo posible
Aprendí que hay que negociar hasta lo que parece innegociable. Podría haberme quedado esperando viajar al estudio donde grabó Elvis para hacer el disco como a mí me gustaba, pero así nunca lo hubiera hecho. Entonces lo resolvimos al estilo pop: producción de estudio, composición de estudio, sentarse, desarrollar arreglos, sobregrabar, poner teclados que ni escuchás pero están, armar toda una especie de colchón de frecuencias. De todas maneras intenté todo el tiempo mantener viva parte de esa atmósfera inicial, por eso el disco tiene el sonido que tiene.
Hay una base claramente folk pero aparece algo más, difícil de definir
Es posible, porque en esta construcción de sonido en un estudio yo todo el tiempo lo que buscaba eran los polvos mágicos, una pequeña purpurina que lo acompañe y lo lleve sin marcarlo del todo y lo destaque.