Por Gabriela Calotti
A partir del 21 de diciembre de 1977, por lo menos 26 uruguayas y uruguayos fueron secuestrados en sendos operativos en Montevideo y Buenos Aires, principalmente en el marco del denominado Plan Cóndor de coordinación represiva entre las dictaduras del Cono Sur, en este caso, la del vecino país (1973-1985) y la argentina (1987-1983).
Raúl Edgardo Borelli Cattáneo, de 23 años, fue una de las víctimas, según el relato que su hermana, María Gabriela Borelli Cattáneo, efectuó el martes ante el Tribunal Oral Federal Nº 1 de La Plata durante la audiencia número 73 del juicio por los delitos de lesa humanidad perpetrados en las Brigadas de la Policía bonaerense de Banfield, Quilmes y El Infierno de Lanús.
Raúl, el menor de cuatro hermanos, fue secuestrado el 22 de diciembre de ese año. Militante en los GAU (Grupo de Acción Unificadora), un movimiento de izquierda fundador del Frente Amplio, se había exiliado en la Argentina en 1975.
Los secuestros comenzaron el 21 de diciembre «con un gran operativo que se realizaba en Uruguay y aquí», precisó su hermana, que enumeró los secuestros que se fueron produciendo en los días sucesivos. El 21 «secuestran a Alberto Corchs y a Elena Lerena, a Edmundo Dossetti, a Ileana García, su esposa y a Alfredo Bosco. El 22 de diciembre secuestran a Raúl, a Julio D’Elía y a su esposa Yolanda, y a Guillermo Sobrino. El 23 de diciembre a María Antonia Castro y a Mario Martínez, su esposo, a Gustavo Goycoechea y a su esposa Graciela Noemí Basualdo, a Aída Sanz, embarazada, y a su mamá Aída Fernández. El 24 de diciembre a Ataliba Castillo, a Miguel Angel Ríos Casas y a Eduardo Gallo. El 27 de diciembre a Raúl Gámbaro y Gustavo Arce. El 30 de diciembre a Juvelino Andrés Carneiro, a Carolina Barrientos y Carlos Federico Cabezudo. A María Asunción Artigas y a Alfredo Moyano. Por último, en este operativo secuestran a Célica Gómez Rosano». Permanecieron secuestrados en los Pozo de Banfield y de Quilmes.
Según su relato, el punto de partida que desembocó en el secuestro de militantes del GAU fue la detención en Uruguay de Oscar De Gregorio, jefe Montonero que ingresó al vecino país por Colonia con una identidad falsa, ocurrido el 16 de noviembre de 1977. «A partir de ahí se desata un intenso operativo contra las GAU en Montevideo», afirmó la testigo.
«En pocos días detienen a más de cincuenta personas, de las cuales veinticinco son procesadas por la Justicia militar», precisó antes de indicar que en ese contexto represivo el 29 de noviembre cuatro o cinco personas de civil con metralletas irrumpen en su domicilio en Montevideo. Los trasladan a lo que luego supieron que era el Cuerpo de Fusileros de la Armada ubicado en el Puerto de Montevideo.
Al cabo de once días los dejaron en libertad, pero antes «nos dicen que ya saben todas las actividades de Raúl en Buenos Aires», dijo la testigo. Poco después, ella y su marido se exiliaban en España.
Según el relato de los vecinos a su padre, su hermano Raúl fue secuestrado por efectivos de la Policía Federal. Con los testimonios de sobrevivientes, como Adriana Chamorro y Washington Rodríguez, la familia trató de reconstruir los cinco meses de su cautiverio. Pudieron saber que «el 16 de mayo lo sacaron del Pozo de Banfield». Desde entonces Raúl integra la lista de desaparecidos.
María Gabriela Borelli Cattáneo agradeció «el clima de respeto a los testimoniantes» y reclamó que se «entreguen los archivos que aún no han sido desclasificados». «Exigir esto es una responsabilidad de los Estados», sostuvo.
El hijo de Julio D’Elía y de Yolanda Casco
Carlos D’Elía Casco conoció su verdadera identidad en 1985. Para entonces tenía diecisiete años. Su mamá estaba embarazada de ocho meses cuando la secuestraron el 22 de diciembre de 1977. Carlos nació durante el cautiverio de su mamá en el Pozo de Banfield. Según su partida, firmada por el médico y represor policial Jorge Antonio Bergés, la fecha de su nacimiento fue el 26 de enero de 1978.
«Mi mamá era de Salto, en el límite con Concordia […] y mi papá, Julio, era de Montevideo», precisó Carlos, a poco de iniciar su testimonio. Sus padres se conocieron en la Asociación Cristiana de Jóvenes. Su mamá estudiaba Derecho y su papá Economía en la Universidad de la República.
Como otros compatriotas, Julio empezó a militar en el GAU, pero a raíz del golpe de Estado se casaron y se vinieron a la Argentina en 1974. Tres años más tarde, con trabajo y a la espera de su primer hijo, se compraron un departamento en San Fernando. La alegría duró unos pocos meses.
Julio y Yolanda «son llevados a una comisaria que hay a la vuelta del departamento en San Fernando. Según testigos, fueron allí torturados y luego fueron llevados a Coti Martínez. Ahí también había varios uruguayos secuestrados», refirió Carlos antes de indicar que de ese centro clandestino fueron llevados al Pozo de Banfield y al Pozo de Quilmes. «Mi mamá me dio a luz a mí en el Pozo de Banfield», sostuvo.
«Ese mismo día del secuestro, mis abuelos, Julio y René, llegaron a Buenos Aires. Venían a quedarse para pasar las Fiestas y esperar mi nacimiento», contó. Como tenían llaves del departamento, fueron directamente, con la tremenda sorpresa de que «al ingresar son recibidos por personas fuertemente armadas […] algunos con tono uruguayo». Eran seis. «Los tuvieron a mis abuelos detenidos ahí. El departamento había sido saqueado y desmantelado», relató. Los obligaron a abandonar la Argentina.
«Pero el 26 de diciembre estaban aquí de nuevo», afirmó. Allí empezaron el recorrido «de todas las familias: juzgados, embajadas, oficinas de organismos internacional, casa cuna, iglesias, hospitales…», dijo al tribunal.
En junio de 1985, Carlos supo su verdadera identidad, la que le habían ocultado hasta entonces sus padres apropiadores, Carlos De Luccia, miembro del Servicio de Inteligencia Naval argentino, y su esposa Marta Leiro.
Pasado el impacto, y cuando volvió a hablar con Marta, su madre de crianza y apropiadora, esta le contó que en octubre de 1977 su marido recurrió a un subjefe de la policía, Rodolfo Aníbal Campos, porque ella no podía tener hijos.
«Cuando el embarazo de mi mamá Yolanda estaba a término, les avisó a Carlos y a Marta. Al parecer por la zona de Quilmes, el mismo Jorge Bergés me entrega envuelto en papel de diario a los brazos de Marta y sin preguntar nada se fueron», relató.
Su partida de nacimiento, con fecha 26 de enero de 1978, está «firmada por el médico policial Jorge Bergés», afirmó Carlos. «Sí, creo que nací ese día», aseguró, en base a lo que contaron sobrevivientes.
En el juzgado de San Isidro «me entero absolutamente de todo», explicó. «El juez me dice todo sobre mi origen y de mis verdaderos padres, Julio D’Elía y Yolanda Casco».
Carlos D’Elía, contó, con voz pausada y por momentos angustiada, que intentó en dos oportunidades hablar con Bergés, en la cárcel de Marcos Paz y luego en su domicilio.
Aseguró que desde los diecisiete hasta los veintisiete años se pasó «largas noches» investigando, buscando testimonios, y después lo primero que hizo fue acercarse a Abuelas de Plaza de Mayo. Carlos es el nieto número 52 que recuperó su identidad.
En el mismo despacho del juez conoció a su abuela paterna, René Pallares, y su tía Regina Casco, hermana de su mamá. «Fue el primer encuentro de muchos», contó.
«Sigo buscando qué paso con nuestros familiares desaparecidos. Desconozco cuál fue el destino final de mi mamá y de mi papá», sostuvo.
Paula, la nieta de Elsa Pavón
Paula tenía casi dos años cuando ella y sus padres, Mónica Sofía Grinspon y Claudio Ernesto Logares, que tenían veintidós y veintitrés años respectivamente, fueron secuestrados el 18 de mayo de 1978 cuando iban camino al Parque Rodó, corazón de Montevideo.
En el marco de la coordinación represiva entre las dictaduras de Uruguay y Argentina, a los tres los trajeron a Buenos Aires y los llevaron a la Brigada de San Justo, donde funcionaba un centro clandestino de secuestro, tortura y exterminio.
«Yo sé que viví la separación de mis padres. Yo sé que estuve encapuchada. Aunque estuviera en brazos de mi padre, es un centro clandestino de detención […] Es sabido e innegable que a mí me llevan ahí porque aparezco anotada como hija natural del subcomisario de San Justo Rubén Luis Lavallén, argentino; quien figura como madre es Raquel Teresa Mendiondo, uruguaya. Yo no sé cómo es que ellos se conocen, pero todo está muy denotado con lo que conocemos como Plan Condor», sostuvo Paula Logares, primera nieta que recuperan las Abuelas de Plaza de Mayo.
Sus padres estuvieron secuestrados en el Pozo de Banfield.
Sus padres se habían conocido en la Facultad de Agronomía de la UBA. Además, eran militantes en la Juventud Trabajadora Peronista (JTP) y en Montoneros. Su papá trabajaba en el Banco Nación y su mamá en un ministerio. Antes de irse a Uruguay se habían alejado de la militancia por diferencias con la organización, precisó su hija ante el tribunal.
Su infancia como niña apropiada fue una pesadilla real, sumada a todas las emociones e imágenes que la atravesaban, según se desprende de su relato.
«Lavallén era una persona violenta, agresiva, en la calle como con su mujer, a la que golpeaba delante mío. Tenía armas, la usaba, yo sí la veía. Ella era ama de casa», contó la sobreviviente antes de subrayar: «Quiero marcar que no me encontró en una plaza abandonada. Supo quiénes fueron mis padres y quién era yo y cómo estaba ahí».
Mientras tanto, su abuela, Elsa Beatriz Pavón de Aguilar, que estuvo presente en la audiencia del martes sentada en primera fila, «nos buscó a los tres desde un principio».
Las Abuelas publicaban fotos que les llegaban. Reciben «una foto mía de ocho años. Presentan una denuncia porque mi abuela decía que yo podía ser su nieta. Era diciembre de 1983», explicó. El 13 de diciembre de 1984 «me llevan a Tribunales y el juez D’Alessio me habla y la hace pasar a mi abuela».
«Ella había ido con fotos mías y de mis padres. Llevó una ropita que tenía en una foto» y se las muestra. «A partir de ahí ya me voy a vivir con mi abuela», resumió.
Paula Logares protagonizó la primera restitución judicial.
Juan Alberto Berdún Cardozo, nacido en Montevideo, fue secuestrado en General Madariaga el 14 de abril de 1978. En su país natal había estudiado Ingeniería y militaba en la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC). Se había criado en una familia militante.
Tras su detención, fue llevado unas horas a Campo de Mayo y luego al Pozo de Quilmes, donde permaneció secuestrado un mes y medio, relató el martes al TOF.
Antes de concluir la audiencia, uno de los abogados querellantes en nombre de Abuelas de Plaza de Mayo, Emanuel Lovelli, pidió al tribunal que se libre exhorto a la institución nacional de derechos humanos del Uruguay para que alguna de sus autoridades preste declaración testimonial en este juicio sobre la información que pudieron recolectar respecto de las víctimas uruguayas.
El presente juicio por los delitos perpetrados en las Brigadas de la Policía bonaerense de Banfield, Quilmes y Lanús, conocida como El Infierno, con asiento en Avellaneda, es resultado de tres causas unificadas en la causa 737/2013, con solo quince imputados y apenas uno de ellos en la cárcel, Jorge Di Pasquale. Inicialmente eran diecicoho los imputados, pero desde el inicio del juicio, el 27 de octubre de 2020, fallecieron tres: Miguel Ángel Ferreyro, Emilio Alberto Herrero Anzorena y, el sábado último, Miguel Osvaldo Etchecolatz, símbolo de la brutal represión en La Plata y en la provincia de Buenos Aires.
Este debate oral y público por los delitos cometidos en las tres brigadas, que se desarrolló básicamente de forma virtual debido a la pandemia, ha incorporado en los últimos meses algunas audiencias semipresenciales.
Por esos tres CCD pasaron 442 víctimas tras el golpe cívico-militar del 24 de marzo de 1976, aunque algunas estuvieron secuestradas en la Brigada de Quilmes antes del golpe. Más de 450 testigos prestarán declaración en este juicio. El tribunal está integrado por los jueces Ricardo Basílico, que ejerce la presidencia, Esteban Rodríguez Eggers, Walter Venditti y Fernando Canero.
Las audiencias pueden seguirse por las plataformas de La Retaguardia TV o el Facebook de la Comisión Provincial por la Memoria. Más información sobre este juicio puede consultarse en el blog del Programa de Apoyo a Juicios de la UNLP.
La próxima audiencia tendrá lugar el martes 12 de julio a las 8:30 y será en formato virtual.
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