Por Manuel Protto Baglione
El comentario más repetido sobre la agenda informativa de ayer domingo, en las redes sociales y en la política, fue acerca de las tapas gemelas publicadas por Clarín y La Nación para vincular el asesinato del exsecretario de Cristina Fernández, Fabián Rodríguez, con un plan de impunidad o venganza kirchnerista.
Sin embargo, pasó desapercibido otro hecho, sobre el que invitamos a reflexionar. En Página/12, la tapa de la edición impresa nos invita a leer a José Pablo Feinmann, Raúl Kollmann, Mario Wainfeld, Pablo Esteban y Alfredo Zaiat. En Clarín, los columnistas destacados son Eduardo van der Kooy, John Carlin, Alejandro Borensztein y Ricardo Kirschbaum. En La Nación se encuentra mucho más fácil a Joaquín Morales Solá, Diego Cabot y Jorge Fernández Díaz que a Nora Bär. En Infobae las luces se las llevan Román Lejtman y Ernesto Tenembaum, por lo general más destacados que Nancy Pazos. Si sumamos a este análisis el portal El cohete a la luna, el panorama se pone un poco más alentador, aunque claramente la figura central de este medio es Horacio Verbitsky.
Llamemos la atención, por si hiciera falta, sobre que este grupo que se configura es excluyente en más de un sentido, no solamente en cuanto al género. Hablar sobre lo que dice y opina la prensa nacional significa hablar sobre lo que dicen y opinan los adultos de más de cincuenta años (promedio sesenta), porteños, blancos y cis. No hay jóvenes, ni identidades no binarias visibilizadas, no hay pueblos originarios ni personas del interior ni del campo. Hay un inglés, pero no latinoamericanos.
¿Por qué esto pasó desapercibido? Porque está naturalizado, y si bien la situación de ayer fue particularmente grotesca en cuanto a la ausencia de firmas de mujeres, el panorama es relativamente el mismo de siempre.
Ahora bien, es necesario remarcar ciertas diferencias entre los medios mencionados. Para empezar, en el caso de Página/12, las decisiones están en manos mayoritariamente de mujeres. De hecho, este caso muestra que no se puede hacer una lectura lineal entre los autores destacados y la participación que tienen varones y mujeres en las redacciones, en el trabajo cotidiano e inclusive en los ámbitos de toma de decisiones. Pero sí es el caso de Clarín y La Nación, por ejemplo, cuyos directores, editores y jefes de sección son en su abrumadora mayoría señores mayores. Estas señales conviven con otras que permiten ser más optimistas. Por ejemplo, en enero de este año se designaron al frente de Radio Nacional, Canal Encuentro y Pakapaka a comunicadoras mujeres.
Sin embargo, al margen de estos interesantes esfuerzos desde el Estado, la pregunta que se impone es si este panorama podría cambiar en plazos relativamente cortos, considerando que nunca podríamos tener medios antipatriarcales si solo opinan los varones. La respuesta está en manos de les comunicadores y sus organizaciones, así como en las de las audiencias y en la política.