Por Daniel Cecchini
Una investigación que pone al descubierto declaraciones contradictorias de las mismas personas sobre los mismos hechos: la aplicación de una metodología extraña y no legislada para la selección de donantes y receptores de órganos, la inexistencia de un supuesto Programa de Optimización del Donante utilizado en un solo caso y la donación cruzada de órganos a dos pacientes, cuando uno de ellos tenía un donante consanguíneo compatible que no la hacía necesaria, pone en tela de juicio la transparencia con que se llegó a concretar el único trasplante renal cruzado realizado hasta ahora en la Argentina, uno de cuyos beneficiarios fue el periodista Jorge Lanata.
El trabajo fue realizado por María Soledad Escobar –la funcionaria judicial de la provincia de Buenos Aires que desnudó la trama de la subnotificación de las muertes ocurridas en la inundación del 2 de abril de 2013 en la ciudad de La Plata–, y sus resultados arrojan serias dudas sobre que en ese caso se hayan respetado las normas establecidas por el Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (INCUCAI), que garantizan la transparencia, equidad y calidad de los trasplantes. La investigación completa –a la que tuvo acceso el autor de esta nota y que abarca muchos más aspectos que los que aquí se desarrollan– se mantuvo hasta ahora en reserva y estará disponible a partir de hoy en el siguiente link: http://elrevelador.com.ar/2016/09/10/un-rinon-para-lanata/
Los implantes de riñones cruzados que tuvieron como receptores a Lanata y a un joven de veinticuatro años llamado Ignacio se realizaron el sábado 28 de marzo de 2015 en la Fundación Favaloro y requirieron la utilización simultánea de cuatro quirófanos. Dos de ellos fueron ocupados por el periodista y el joven, en tanto que los otros dos se utilizaron para extirpar los órganos a las donantes: la madre de Ignacio, Nora Hernández, y la por entonces mujer de Lanata, Sara Stewart Brown.
Los trasplantes de órganos cruzados no están legislados en la Argentina. En 2012, el diputado radical Jorge Mario Álvarez buscó impulsar mediante un proyecto de ley la creación del “Programa Nacional de Donación Renal Cruzada”. Se registró bajo el número de expediente 3386-D-2012 y fue girado a varias comisiones, pero nunca la Cámara baja acompañó la iniciativa. Se intentó impulsarlo nuevamente al año siguiente, pero sin éxito. A mediados de 2015, el senador peronista Adolfo Rodríguez Saá presentó un nuevo proyecto de ley –donde mencionaba la intervención realizada en la Fundación Favaloro– con el mismo fin, pero aún no fue tratado.
De acuerdo con la ley vigente –24.193 de Trasplantes de Órganos y Materiales Anatómicos–, cuando un médico indica la necesidad de realizar un trasplante renal a un paciente, se lo inscribe en la lista de espera de donante cadavérico del INCUCAI. Existe la posibilidad de que un familiar cercano decida convertirse en donante vivo y de este modo ofrecer uno de sus riñones para salvar su vida. Ante esta circunstancia, deben realizarse una serie de pruebas de compatibilidad entre ambos para determinar si esa donación es posible o inviable. Los proyectos proponen la modificación de esa ley mediante la creación de un “Registro Nacional de Donación Renal Cruzada” en el ámbito del INCUCAI. En ese registro se inscribirían todas las parejas donante-receptor incompatibles con el objetivo de encontrar otras parejas en la misma situación y obtener de este modo un órgano compatible.
Según lo estudiado en otros países del mundo para los cuales existe legislación y programas operativos de donación renal cruzada, el sistema informático que realiza los cruces garantiza dos condiciones básicas. La primera de ellas exige buscar todas las combinaciones posibles entre donantes y receptores para garantizar las mejores oportunidades a todos y cada uno de los pacientes; la segunda establece el anonimato de los datos, es decir que el sistema desconoce quiénes son los individuos y se limita al cotejo de la información de grupos sanguíneos e histocompatibilidad necesarios para determinar los cruces posibles. “Dicho de otro modo –resume Escobar– no es posible orientar las búsquedas para favorecer a un individuo determinado, dado que esto quebraría el principio de equidad y transparencia”.
“Dicho de otro modo – resume Escobar– no es posible orientar las búsquedas para favorecer a un individuo determinado, dado que esto quebraría el principio de equidad y transparencia”.
En el caso del trasplante renal cruzado que tuvo como uno de los receptores a Jorge Lanata no se respetó ninguna de estas reglas. El universo de donantes y receptores estuvo limitado exclusivamente a la Fundación Favaloro: “El laboratorio realiza únicamente los estudios de los pacientes que se atienden en ese centro de trasplante y no a todo el universo de donantes/receptores del país, por lo que la búsqueda estuvo restringida a los datos recabados exclusivamente en la Fundación”, dice. En cuanto al anonimato, la investigadora se remite a una entrevista que la revista Noticias les hizo a la madre de Ignacio, Nora Hernández, y a la entonces mujer de Lanata, Sara Stewart Brown, publicada el 1° de junio de 2015. Allí cuentan:
Noticias: ¿Cómo se conocieron?
Nora: ¡Fue muy loco!
Sara: ¡Raro! Nosotros ya habíamos empezado a averiguar afuera. Hasta que Pablo Raffaele, el jefe de Nefrología de la Fundación Favaloro, nos habló de la posibilidad del intercambio de donantes. Y empezaron a buscar compatibilidades en la base de datos….
Noticias: Nora, ¿qué pensó cuando le contaron que el trasplante cruzado iba a ser con una pareja de famosos?
Nora: Al principio, Raffaele lo mantenía en secreto. Después nos lo dijo para que no nos sorprendiéramos al vernos en la audiencia. “¿Qué hace El Trece acá?”, iba a pensar al ver a Lanata (risas). Y me lo dijo. Yo me reí porque creí que era un chiste. Raffaele tiene esas cosas. “Es verdad, es Jorge Lanata y la señora. Pero si no querés, no se hace y le donás vos a tu hijo”, me dijo.
El relato de Nora Hernández sobre la explicación que le dio el doctor Raffaele es doblemente revelador. Por una parte, deja en claro que no se respetó el anonimato; por la otra, reafirma que Nora estaba en condiciones de darle un riñón a su hijo, de modo que, en su caso, la donación cruzada era totalmente innecesaria. “La pareja donante-receptor compuesta por Nora y su hijo Ignacio era compatible, por lo que según las palabras del propio Raffaele nunca hubiesen sido convocados para un trasplante cruzado de riñón, que además no está permitido por la legislación vigente. En definitiva, podemos inferir que Jorge Lanata necesitaba obtener el riñón de Nora, pero Ignacio no necesitaba el de Sara dado que el de su madre era apto para ser trasplantado a su hijo”, sostiene Escobar.
“El espíritu de la ley en este punto es evitar la venta de órganos, por lo que para personas que no tienen alguno de los vínculos detallados es necesario solicitar la autorización judicial. Recordemos que tanto Jorge Lanata como Ignacio recibirían un riñón de personas no vinculadas con ellos.”
La Ley de Trasplante de Órganos y Tejidos sólo permite la ablación de órganos o tejidos en vida entre familiares. “El espíritu de la ley en este punto es evitar la venta de órganos, por lo que para personas que no tienen alguno de los vínculos detallados es necesario solicitar la autorización judicial. Recordemos que tanto Jorge Lanata como Ignacio recibirían un riñón de personas no vinculadas con ellos”, dice Escobar. Y agrega: “El juez Francisco Asís de Soto hace una excepción expresa basándose especialmente en un informe que presenta el doctor Raffaele respecto del ‘Programa de Optimización de Donante’ de la Fundación Favaloro”. Para conocer más a fondo el contenido de ese programa, la investigadora se dirigió a la Fundación. La respuesta que recibió la dejó perpleja: “(Ese programa) no figura en el sistema”, le dijeron.
Quince días después del trasplante, en una entrevista publicada en el diario Clarín, el doctor Raffaele explicaba: “La próxima semana abriremos un consultorio para aclarar dudas sobre el intercambio de donantes vivos”, y agregaba que “su equipo está llamando a pacientes que antes habían conseguido un potencial donante de riñón, pero que se había descartado porque no había compatibilidad. Ahora, tras haber realizado el primer trasplante con intercambio de donante vivo de riñón, podemos buscar si algunas personas pueden conseguir un donante compatible con otro paciente de la misma institución”.
Transcurrido un año y medio de la operación que benefició a Jorge Lanata, no se ha encontrado ninguno. Escobar se pregunta por qué y se responde: “El Programa de Optimización de Donante de la Fundación Favaloro que menciona el fallo que habilitó a Lanata a recibir el órgano de la madre de Ignacio simplemente no existe. Y esto se debe a dos motivos fundamentales. El primero es que por razones de transparencia un centro de trasplante nunca funciona como organismo de asignación y distribución de órganos. El segundo es que para poder implementar un programa de este tipo que funcione como corresponde se debe montar la infraestructura tecnológica correspondiente que permita la adquisición del sistema informático que busque los cruces posibles entre las parejas de donantes y receptores que se hubiesen registrado en el programa. La búsqueda artesanal puede realizarse solamente cuando se centra en conseguir un órgano para un individuo, pero no puede realizarse sin el sistema correspondiente que genere todas las alternativas de cruces posibles entre las parejas”. En otras palabras: una búsqueda a la medida de Jorge Lanata.