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Verso libre | Tatiana Fabrizio

Por R.G.M.

«La madre no se toca, la madre es sagrada». Llevamos la sentencia como marca inexpugnable en nuestra frente y como una cruz en nuestras espaldas. «Todos llevamos, como Eneas, a nuestro padre sobre los hombros», escribió el poeta Horacio Castillo. ¿Pero qué pasa cuando es la madre? Y más aún, cuando se es la madre. «Desobedecé, Tatiana / La poesía no pide permiso», parece ser la única respuesta ante un confuso y abrumador océano de preguntas. Ella sabe que ya no es la misma persona, que pretendía saber sobre lo que quería escribir, que repetir el daño es inevitable, que no siempre lo gestante puede y quiere adjetivar los sustantivas madre y mujer… Nuestra madre, con todo su amor, nos duele. Maternar, al parecer, también. Casi como un diario fechado desde el 2020 hasta el 2023, Tatiana Fabrizio nos comparte con su poemario una suerte de diálogo interior y juego de espejos sobre esa sensación movilizadora que la historia ha querido ponderar como inmaculada. «Hablaba sobre otro cuerpo / que no es mío / solo es mío mi cuerpo», escribe y describe el extrañamiento y la confusión que puede inferir dicho proceso. Desafiando la idea todopoderosa de madre, se muestra vulnerable y honesta para recordarnos que cuando llegamos desnudos a este mundo, no somos la única persona desnuda en el lugar. O mejor dicho, en sus palabras: «La madre cuida (de) / la madre que cuida la cría / según las especies / en su mayoría».

(*) Maternar, Tatiana Fabrizio, publicado por entoncesediciones, será presentado el 1 de julio a las 19:00 en Centro Cultural La Caldera (40 e/ 2 y 3). Luego de la presentación, se conseguirá en la librería platense Cuarto propio (42 y 9) o por envío de correo a todo el país. 

  1. ¿Podrías definir la poesía?

No podría definirla, solo podría agradecerle. Me parece muy atractiva la idea de no poder definirla, catalogarla, jerarquizarla o que funcione para cada persona de un modo distinto, es parte del poder desde donde ejerce su fuerza, esa que nombra pero no puede ser nombrada.

2. ¿Recordás un evento, libro o sensación que remita a tu primer encuentro con ella?

No recuerdo un momento exacto pero si tuviera que decir dónde comenzó a crecer ese vínculo diría que en las canciones que escuchaba con mi viejo, mientras él trabajaba escuchaba música y me señalaba un verso, una palabra, lo hacía explícitamente o se emocionaba. Creo que ese fue el primer encuentro, el poder ver sobre un cuerpo vivo y despierto, el impacto de una palabra o una música.

3. Verso o versos propios.

«si ningún lenguaje me dijera / ¿qué forma encontraría para existir?», de MATernAR (Entonces Ediciones).

4. Verso o versos ajenos.

«escribir / como quien deja la luz encendida / y duerme de pie sobre sí mismo», de Chantall Maillard.

5. Tres poetas para recomendar.

¿Y cómo dejar afuera al resto? Aquellos que te generen ese impacto después de leerlos, esa compañía, esa presencia.

6. Una palabra que te guste.

Todas las palabras me gustan.

7. Una palabra que no.

Aquello que puede molestarme de una palabra no es la palabra en sí, sino su contexto, la forma en que se dice, la intención que porta.

8. La rima.

No la uso, no la niego, en las canciones la rima cobra una dinámica que potencia lo dicho.

9. El silencio.

Es necesario. De algún tipo de silencio (nunca absoluto) salen las «palabras hilo», las que conectan y enlazan con otras, las que crean un nuevo silencio.

10. Verso libre (algo para decir que no hayamos preguntado).

Agradecerte por difundir, leer, preguntar y escribir sobre poesía.

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